Único capítulo.

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Obito no sabía cuánto tiempo había pasado desde que lo encarcelaron. El tiempo y el espacio habían perdido significado para él hace mucho tiempo.

Desde ese día.

Es curioso cómo estaba atrapado en una cueva, de nuevo. Ciego y sobrio. No podía ver nada ni moverse libremente con los ojos cerrados y el cuerpo encerrado en una camisa de fuerza.

Estaba de espaldas, acostado en una vieja cama que temblaba con cada pequeño movimiento.

La única compañía que tenía eran sus pensamientos y apestaba.

Obito no quería pensar ni sentir.

Sobre Rin.

Sobre sus recuerdos.

Sobre él.

A veces se dormía y soñaba.

Soñaba con los viejos tiempos, rostros manchados de sangre y luces plateadas.

Le gustaba la luz, era fría pero como una brisa de verano, y tan brillante como las estrellas en la noche oscura que te ayudaron a encontrar el camino de regreso a casa. Pero Obito nunca había aprendido a leer las estrellas y la luz siempre se hacía cada vez más pequeña, hasta que desaparecía y él volvía a caer en el agujero negro que nunca lo soltó.

Porque ya no tenía casa.

A Obito no le gustaba soñar, ya no.

Los sueños eran egoístas, los sueños eran ilusiones.

Los sueños eran esperanza y Obito se había detenido a esperar.

Pero en esa cueva donde todo estaba oscuro era demasiado fácil dejar que la mente divagara.

Y desafortunadamente, no era tan solitario como su dimensión Kamui.

Los guardias venían a ver cómo estaba cada pocas horas, les gustaba llamarlo demonio. Un monstruo de cuentos infantiles nocturnos que los padres les contaban a sus hijos para asustarlos y hacer que se comportaran bien. Un monstruo que destruyó todo lo que te importaba.

Sí, Obito supuso que realmente lo era.

¡Eres Obito Uchiha!

Uchiha Obito.

Miembro del Equipo Minato.

Un shinobi de la Hoja que alguna vez soñó con convertirse en Hokage.

Era un Uchiha como Sasuke.

Estudiante de Minato.

Amigo de Rin y Kakashi.

Pero no había más Equipo Minato. Su sensei y Rin se habían ido hace mucho tiempo. Solo quedaba Kakashi, pero incluso Kakashi no era el mismo. Ahora era un sensei. Había hecho algunos amigos. Aprendió a disfrutar de lo poco que tenían en esta vida.

Le sonrió a Obito después de ganar contra Kaguya, incluso después de todo el lío que Obito les había hecho pasar

Tal vez por eso Obito lo había despreciado, lo había vigilado a pesar de que se había detenido a preocuparse por este mundo.

Pero no sobre él.

A pesar de los recuerdos inquietantes, sus arrepentimientos, la constante visita a los muertos, Kakashi de alguna manera había avanzado en esta horrible realidad.

A diferencia de Obito, que no supo cómo hacerlo y se perdió a sí mismo, fijo en el mismo punto, como su nombre impreso en la inútil piedra conmemorativa. Convertirse en alguien que su yo joven habría despreciado. Alguien a quien ni siquiera Rin habría apoyado.

Second star to the right and straight on 'til morningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora