Un sueño eterno. - Kurohina

One shot.

Dos almas gemelas designadas a sufrir hasta un punto de sus vidas. Nacer y morir en más de dos vidas, el hecho de que no podían amarse sin estar tranquilos los perseguía.
Desde la primera vida en la que tuvieron el privilegio de conocerse se amaron a primera vista, puede que fuera un error, pero esa pareja disfruto aquel aborrecedor amorío, sabían que estaba mal, cada uno tenía una pareja a parte, y ese fue su comienzo para la tortura.

Se dice que amar a otra persona cuando ya estar comprometido con alguien de por vida es un pecado, y eso estaban haciendo ellos. Un error que les costó más de dos vidas, y del cual no se arrepentían. La primera vida el que tuvo la desgracia de morir fue el pequeño Hinata, la katana con la cual fue arrebatada su vida no pudo borrar su iluminadora sonrisa, más la de su amante si. Vivir sin su alma gemela hasta el día de su muerte fue una tortura, ansiaba no despertar cada vez que iba a la cama compartida con su pareja, quería que sus ojos cerraran para siempre, hasta que un día lo pudo lograr. Kuroo había logrado descansar en un sueño eterno para encontrarse con su adorable amante, si era un sueño eterno, ¿Verdad?.

La segunda vida que creían poder gozar, fue de nuevo una tortura para la pareja, un año dónde los homosexuales eran cruelmente odiados, dónde eran castigados horriblemente creyendo que eso los "salvaría". Tuvieron la dicha y la desdicha que esto les pasará. Fueron descubiertos amándose, con el calor de sus cuerpos a más no poder, y el día en el que la pareja fue ingresada a un hospital psiquiátrico empezó todo. Las misas a las cuales les tocaba ir todos los días a pesar de aborrecerlas les ayudo a recordar su amor pasado, tenían planeado si o si, salir de esa juntos.
De una sangrienta mano pálida se podía distinguir un pequeño accesorio, era negro y anaranjado. El significado de estos colores no se pudo saber, fue guardado hasta la tumba en su sufrimiento por amar, y aún así, aquel peli negro, hasta el día de su muerte, no sé arrepintió de nada. Hinata velo porque su alma pudiera descansar en paz, rogaba otra oportunidad para amarse, exigía otra vida para sentir el choque de sus labios. Quería amar de nuevo, no sé iba a rendir, pero fue callado hasta el día en el que palideció en su melancólico hogar siendo conocido como un hombre amable, el cual en algún momento no pudo soportar más su dolor.

Y en aquel pequeño sueño siendo años pasados, planearon pelear por su amor, querían estar libres a toda costa, sea el en año se nacieran, estarían juntos, pues ya lo han demostrado en dos ocasiones.
Nacer en 1970 fue un momento feliz para aquel amante pequeño, le gustaba la moda que empezó a crecer cuando el pequeño tenía 10 años, los 80 y sus colores fueron hermosos. Pero no todo era color de rosa, y eso lo sabía, tenía conocimiento sobre la trágica muerte que podría sufrir, pero aún así hizo esfuerzo para encontrar a su pareja azabache.
Tener 17 y por fin encontrar a su amante fue como el mejor logro que pudo tener, estaban decididos por pelear por sus derechos, iban juntos a marchas y aunque escondieran su relación por aún ser menores de edad y necesitar un hogar, era por su bien, así que no les importaba hacerlo.

Los gritos se apoderaban de la pequeña cuidad en la que vivían, estaban entre todo el disturbio de la gente, correr por sus vidas no era raro.
Las promesas y palabras de amor se iban perdiendo en el viento, se apoderaban de ellas, tomaba como suyos los poemas dichos al menor.

-- Come on baby, you know we'll see each other again -- "vamos cariño, sabes que nos veremos de nuevo", ¿Y eso que importaba?, ¿Y si no era verdad?, Quería amarlo más, pero esta vida fue la más corta para los dos, pero agradecían morir juntos.

Otro sonido de un disparo llego a sus oídos, se pudo ver una bala atravesando en cuerpo del azabache.

-- Oh honey, I hope what you say si true, I still haven't been able to love you well. --  "Oh cariño, espero que sea verdad lo que dices, aún no he podido amarte bien"

Palabras dulces salieron de su último aliento, fue la primera vida en la que murieron juntos. Aún así, el sentir el frío cuerpo de su amado no lo iba a olvidar, su pálido rostro y sangre saliendo de sus labios carmesí fue una imagen tatuada en su memoria.

Y que gran sorpresa saber que no nacieron muchos años después de morir. Todo estaba demasiado avanzado a lo que recordaban, había demasiada tecnología y podían tomar su tiempo para aprender a usarla.
Era un mundo totalmente nuevo, y con este nuevos gustos surgieron, habían demasiados deportes y la mayoría eran con balones, pero solo uno llamó la atención de los dos chicos, aquel deporte llamado voleibol.

Con el paso del tiempo se fueron desvaneciendo los recursos de su pasado, al parecer en los planes de esta vida no estaba sufrir por las pasados, al menos, no por ahora.

Los años pasaban, amistades venían y se iban, y para ellos eso no era lo más importante, era su equipo y sus partidos. Disfrutaban destruir aquel muro que se posaba frente a su campo visual, disfrutaban saltar y golpear la pelota, y más que todo eso, disfrutaban la victoria, ver aquel marcador llegar a 25 antes que sus competidores, pero también disfrutaban la derrota, pues por ella aprendieron nuevas cosas, pues por ella, pudieron conocerse de nuevo.

Fue conección a primera vista, no amor, solo conección, fue como saber instantáneamente que algo había pasado entre ellos, ¿Pero que era?, No recordaban haberse visto antes, si kenma no recordaba a ese pequeño, el menos que lo haría.

La mirada en su espalda era como sentir que en algún momento sería devorado, sabía que era la presa de aquel gato negro, y eso sinceramente, le daba miedo. Pero, no era el miedo que le tenía a otras personas, no tenía de su altura, tampoco de su rostro, quizás un poco de sus ataques, pero cada vez que lo perdía de su vista se preocupaba, ¿Y si le pasaba algo?, Era un sentimiento de no querer perder algo importante.

Y eso detonó en la noche de uno de las muchas noches en los campamentos con nekoma. No encontraba al amigo del rubio, aquel había pedido su ayuda para encontrar al capitán, pues estaban a punto de empezar otro partido de práctica y era el único que faltaba para hacerlo.

La capa de sudor que cubría su piel se estaba notando aún más, la ansiedad estaba empezando a salir a la luz. Corria por todas partes tratando de encontrar al azabache, logrando lo después de unos minutos en un salón apartado cubriendo su rostro con sus pálidas manos.

Corrió aliviado hacia el bulto que hacía el cuerpo de el contrario para abrazarlo, basto con aquel pequeño torque de piel para recordar todo lo que habían pasado en sus vidas, las lágrimas salían de sus ojos a la par, no eran capaces de parar, sus voces débiles no podían salir, y lo único que lograron fue unir sus cuerpos en un cálido abrazo.

-- kuroo-san -- la dulce pero temblorosa voz del amor fue la primera en lograr ser escuchada. -- te extrañe demasiado. -- pocas palabras para romperse de nuevo en los brazos del mayor.

-- También de extrañé, shoyou. -- la voz ronca después de llorar fue como melodía para sus ojos, no eran capaces de juntar sus labios, los dos sabían que posiblemente habían cambiado demasiado a través de los años, querían conocerse de nuevo, como si fuera la primera vez.

-- te dije que nos volveríamos a ver, siempre termino teniendo la razón, ¿Ves? -- La mano del amor fue tomada con delicadeza limpiando algunas lágrimas que aún caían de los ojos en los que de podía reflejar.

-- y por primera vez, amo que siempre tengas razón. -- no querían irse de allí, sabían que está vida la podían pasar tranquilos, tenían seguridad en que está vez se podrían amar sin ningún problema grave, sin ninguna muerte de intermedio.

Y amar, por primera vez, fue tranquilo.

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¡Hey!, Soy yo de nuevo, aún tengo muchas historias por escribir. Pero aquí les traigo un kurohina. Espero les guste, si tienen algún recomendación, por favor díganmela ^^. Así igual, si notan algún error ortográfico.
Bien, este one shot, es más corto que el tsukihina, aún así, espero con ansias que les guste.