Mientras me encontraba cerrando las puertas de la cocina, estaba pensando en que actividad hacer, quizá jugar videojuegos o hablar con mis amigos mientras seguía realizando ese curso de internet.
Al salir hacia afuera, esa típica brisa nocturna me acaricia la cara, y mientras me dirigía hacia mi cuarto... El silencio... Apareció.
Mi mente se queda totalmente en blanco, solamente caminaba lentamente, donde, lo único que escuchaba eran mis pisadas sobre la grava. El silencio me incomodaba más y más, no podía creer que en una gran ciudad no haya ni un solo ruido... Cada vez eran más las ganas que tenía de correr, pero no podía.
Las manos me empezaban a sudar, estaba solo, y no veía a nadie... No escuchaba a nadie, el silencio y el suave sonido de mis pisadas era mi única compañía.
Cada paso, cada respiro y cada suspiro era a lo único donde me podía aferrar. Tenía sed, mi garganta estaba absolutamente seca, estaba temblando y cada vez me costaba aún más moverme. Me empezó a dar sueño, estaba tambaleando, hasta pensé que me iba a desmayar.
Llegué a la puerta de mi casa, tenía que subir escaleras, ya no escuchaba grava, escuchaba el paso firme de mis zapatillas subiendo... Me sentía mal, solamente quería llegar a mi habitación para tener algo de ruido... Estaba tan cerca, demasiado cerca de lograrlo, hasta que... Se apagó la luz.
