Prólogo

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Mientras los pétalos azules danzaban sobre el agua cristalina, la sonora risa de uno de los amantes sonó por el lugar.

Con un traje de baño color carmín, el rubio corrió al borde de la piscina y sin mucho preámbulo, se lanzó al agua. Su pareja lo miraba con una sonrisa, en una reposera, con un libro de Edgar Allan Poe en las manos. La brisa veraniega movía con suavidad sus rizos castaños mientras que sus ojos avellana estaban fijos en el precioso rubio que tenía en frente. Estaban realmente enamorados, y solo necesitaban la presencia contraria para poder sonreír. Aquel hechizo era provocado por ambos en el otro.

— ¿No vas a venir, amargado? —bromeó el rubio saliendo de bajo del agua y apoyándose con los brazos en la orilla de la piscina, mientras se echaba el flequillo que le caía sobre los ojos hacia atrás.

— Sabes que mi parte favorita del verano es leer afuera y verte sonreír así —respondió el contrario mirándolo con el mismo amor que siempre lo miraba.

— Y sabes que mi parte favorita es el agua. Vamos, ven —lo llamó entre risas. El contrario solo negó riendo.

— Roger, ya te dije que prefiero leer. Además es mejor verte.

— Vamos, quiero nadar contigo. ¡Aprendí el año pasado! —repuso. El de rizos no pudo evitar reír.

— No es mi culpa que no hubieras aprendido antes.

— No es mi culpa que seas amargado, Brian —seguía riendo, y le lanzó agua con la mano.

— ¡Hey! —se quejó también riendo, mientras Roger le lanzaba más y más agua—. Bien, ¿quieres que entre?

— Sí —respondió Roger con seguridad.

— Pues lo haré —se sacó su camiseta de los Beatles y la lanzó en la reposera, cubriendo el libro, para luego lanzarse al agua, pasando encima de Roger, quien se hundió.

— ¡Casi me matas, Brian! —comenzó a reír al salir y le lanzó más agua.

— Querías que me lanzara, ¿no? —se echó el cabello para atrás y nadó hacia él, tomándolo de la cintura y dejándolo sentado en la orilla. Gracias a su gran altura, Brian era capaz de estar parado en la piscina, y seguía abrazándolo mientras lo miraba.

— Sí, pero no que me asesinaras en el proceso —repuso poniéndose el cabello largo tras la oreja. Brian volvió a reír.

— Yo te veo bastante vivo —repuso.

— ¿Quieres apostar?

— No vayas a hacer una estupidez, por favor.

El rubio solo rió y le besó los labios. Disfrutando de aquel amor joven que ambos vivían.

A blue rose for my love [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora