Denver: profesor, ¿usted cree que en este monasterio, hay un fantasma?
Sergio: solía creer que había uno, sí.
Tokyo: ¿encerio?
Sergio: si, casi todas las noches escuchaba ruidos y que alguien gritaba un nombre...
Sergio: se acomoda los lentes con nerviosismo ante las miradas de los demás hasta que me di cuenta que solo era Martín gritando el nombre de.. Andrés.