Primeros cinco años de Bae
Aunque no lo admitiera, JiMin se sentía realmente agotado. La energía de su cuerpo cada día disminuía más.
No quiso profundizar el tema o siquiera ponerse a pensar acerca de cuál era la razón exacta de su decaimiento, pero incluso TaeHyung se dio cuenta que aquél desgaste de energía había iniciado desde que Bae creó aquellos copos de nieve que le habían quemado aquella vez.
Pese a que desde ese día no lo había vuelto a hacer por temor a lastimar a su padre otra vez, la extraña marca que había dejando dentro de su cuerpo, no desaparecía. No podía tocar esa herida, tampoco la podía ver, pero la podía sentir.
Realmente no podría describir con palabras la sensación de su dolor, solo sabía que estaba ahí, dentro de él, debilitándole y quizás, matándole.
JiMin sabía perfectamente que en algún momento iba a morir, como cualquier humano, pero él planeaba alargar su estadía en este mundo hasta que Bae tuviera la edad y madurez suficiente para hacer su propia vida solo. Pero incluso así, JiMin sabía que nunca dejaría de preocuparse por el bienestar de su bebé.
Él no podía morir ahora.
No debía.
Por Bae y por...
—¡Papá! ¡Quiero volar! —sus ojos dejaron de observar el cielo y pasaron a ver a su hijo, quien con un puchero triste, agitaba sus alas tricolor: plumas blancas, doradas, y azules adornaban las extensiones.
Y cabe decir que esa combinación de colores nunca la había visto en visto en ningún otro ángel o arcángel; era algo especial sin duda; pero JiMin esperaba que no fuese indicio de algo malo.
Aunque si las analizaba con profundidad, lo mas probable era que en unos cuantos meses, las plumas doradas y blancas caerían, y las plumas color añil reinarían por sobre todas.
No sabia cómo sentirse con respecto a eso, aquel color había sido lo único que había visto por última vez en las alas de aquel arcángel que le regaló lo más preciado que tenía ahora.
—Enséñame a volar muy alto, papá. Quiero volar como las águilas —refunfuñó abrazando la pierna del mayor, fingiendo sollozos tristes—. Ellas se ríen de mí por que nunca las alcanzo. —Confesó, sacando su lengua a una enorme águila que se dejo caer en la rama de uno de los frondosos árboles que les daba sombra.
Había pasado un año desde que JiMin descubrió que su hijo podía hablar con los animales, y aun no podía acostumbrarme a ello.
—Es peligroso, cariño —le respondió—. Yo no tengo alas como tú para sostenerte si caes...
Le dolía ver la añoranza brillando en los ojos de su hijo cada vez que miraba a las aves volar en el cielo e inconscientemente movía sus alas con anhelo.
Lo más que JiMin le había enseñado, era a elevarse unos cuantos centímetros sobre el suelo, donde podría sostenerlo si caía. Sí por él fuera, le habría enseñado desde hace tiempo a cómo volar con una altura elevada, pero temía que si lo hacía, Bae podría caer y él no podría sostenerlo.
—¿Por qué tengo alas y tú no?—Preguntó cerrando los ojos, concentrándose en mover sus alas y elevarse hasta una altura corta.
JiMin lo tomó de las manos antes de que ascendiera más.
—Porque tu otro papá también tiene alas y tú las has heredado, cariño.—le respondió sonriendo con melancolía.
Raras veces solían hablar de YoonGi, y cuando lo hacían, Bae no preguntaba mucho, casi nada de hecho. Parecía notar el dolor que sentía su padre y lo entendía.
—¿Entonces por qué no esta aquí con nosotros? —puchereó, con sus manos tratando de zafarse de agarre de su padre—. Quiero volar, alto, muy alto. —insistió.
El volar es un instinto de todo ser que tuviera alas desde su nacimiento; y JiMin, que por miedo a perderle, le estaba negando.
—Deja de querer que te suelte, Bae —sostuvo su manita con más fuerza, aunque le doliera hacerlo—. Es peligroso volar alto, ya te lo he dicho. —regañó con suavidad. Soltó sus manos y tomándolo de su espalda para tratar de bajarlo al suelo.
—¡Papá! ¡Quiero volar! —Lloriqueó sacudiendo sus manos para que lo soltase.
El mayor abrazó su cintura con la poca fuerza que tenía. Los nervios le llenaban cuando Bae se ponía terco, y el único miedo que tenía es esos momentos era que su hijo lograra zafarse e irse.
—Vamos, mi amor, haré leche con chocolate y galletas —ofreció—. En otro momento practicaremos. —le trató de persuadir. Su corazón dolía demasiado ¿Cómo negarle el instinto de volar a un ángel puro? JiMin se sentía un monstruo.
Miedo. Cuanto odiaba al jodido miedo que le recorría cada día y en cada ocasión así.
Las manitas de Bae cayeron en su pecho, las sintió calientes, mas no le tomó importancia. Cuando logró que bajara unos centímetros hacia el piso, y pensando que Bae por fin había entendido, entonces lo sintió, aquélla marca dentro de él, palpitó con fuerza, arrasando contra su cuerpo, sobre todo con su corazón. Inevitablemente gritó de dolor, sus ojos se llenaron de lágrimas al instante, el sufrimiento no le dejaba pensar con claridad, incluso soltó a Bae.
—¡Ahh! —gritó, incluso sintió como su garganta se desgarraba. El dolor era inhumano.
Su vista borrosa bajó hasta su pecho, tratando de ver que era lo que le destruía. Pudo distinguir fuego azul que se cernía a la ropa; ¿Eso era lo que tanto le hacia sufrir?
—¿Papi? ¡Papá! ¡No quise hacer eso! ¡¡Papá!! —y aunque quizá era imposible; el llanto de su hijo le lastimaba aún más que el dolor que él mismo le había causado.
Fue ahí que, tirado sobre el pasto con su hijo llorando a su lado y el dolor recorriendo cada parte de su cuerpo, entendíó que un humano tan simple y débil como él, no podía ser capaz de cuidar de un niño como Bae, un niño que tenía sangre angelical y que era descendencia de un poderoso arcángel.
Mientras la inconsciencia llegaba una vez más, se juró a sí mismo que si lograba despertar después, buscaría a Min YoonGi y lo encontraría sí o sí, dejaría de lado su corazón roto y sentimientos dañados, para buscar su ayuda.
[...]Vpolar🐻❄️🌿
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El corazón del Arcángel | YoonMin (Finalizado)
Fiksi PenggemarPark JiMin fue embarazado y abandonado por un arcángel. Min YoonGi; ése era el nombre de aquel siniestro ser que amó con toda la fuerza de su corazón. Pronto se dió cuenta de que había parido al primogénito de uno de los Arcángeles más poderosos que...