Lucas

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En un suburvio de Londres, en un bar de mal a muerte estaba Mateo, había pedido otra botella de Tequila con esa iban 4 "Te extraño" dijo mientras se servía otro caballito, cerró los ojos y recordó con exactitud los suyos, su sonrisa, sus te amo, sus caricias, todo. Lo extrañaba con el alma y no sabía que hacer para poder seguir su vida, sentía que con él una parte de sí mismo se había ido. Pero tenía que protegerlo, si estar juntos era lo que causaba sus desapariciones, los golpes, las marcas, el no podía ser tan egoísta de mantenerlo a su lado a pesar de tanto sufrimiento. Debía dejarlo, pero existe un abismo gigante entre lo que uno desea y lo que "debe de hacer" había pensado en llevárselo, huir juntos, a donde fuera, pero sabía que su familia lo buscaría hasta debajo de las piedras, su pequeño era hijo único y heredero del imperio familiar, sus padres no se quedarían de brazos cruzados y él quería proceder de la forma correcta de algún modo. Prendió un cigarrillo y el omega que estaba en la barra lo observaba con atención, se acomodó un riso que se le fue a la cara, destapó una una cerveza y se la dio al alfa que lo había estado mirando con insistencia, mientras él se había pasado todo el tiempo ignorándolo.

- Lucas ¿como haz estado? - preguntó el alfa.

- Ocupado - respondió secamente para evitar conversar.

- No te vi el viernes pasado - insistió el alfa.

- Fue mi día libre - respondió.

- ¿Podríamos?- Lucas le plantó la mirada, su mirada era fuerte e intensa, tanto que doblegó la mirada del alfa. Este rendido se fue, Luca sacó un trapo y limpió la barra, otra vez su mirada se quedó en Mateo, eran tres noches seguidas que lo veía beber. La curiosidad le carcomia, decidió acercarse, el olor de Mateo le agradaba. Lucas no tenía olor, eso le permitía trabajar tranquilo en el bar, no era común ver a un omega barista expuesto al peligro.

- ¿Mal de amores? - le preguntó rápido, esperando que le contestara, levantó los vasos sucios y se quedó frente a él.

- Un mal de amores sería sencillo para mi, lo que tengo es el alma muerta. - Mateo alzó la mirada, no se le veía prolijo ni arreglado, se nota a a leguas que estaba entregado a la bebida por sentir menos dolor.

- Pero siempre hay solución si hay amor - Respondió Lucas y lo decía en serio, mientras hablaba acarició inconsciente el colmillo que colgaba de su cuello, la camiseta blanca que lucía le marcaba bien el cuerpo.

- Eso creí - responde Mateo suspirando ondo - pero el estar conmigo hace que le hagan daño.

- ¿Y por que no lo haz marcado? - preguntó Lucas, que ya había jalado un banco para escuchar cómodo la historia.

- Es una larga historia - Mateo hizo una mueca.

- A veces los alfas no entienden algo... cuando un omega ama, lo hace con el alma, a pesar de las consecuencias... imagínate que si tu estás así, ese omega debe estarse muriendo en vida. - Comentó, recordando la única vez que se enamoró en su vida, error que no volvería a cometer jamás.

- Lo sé - respondió él.

- Te invito un trago - Lucas saco una de las botellas del estante.

- Gracias - tomó un sorbo - ¿tu tienes alfa?

-No, soy de los pocos omegas libres que existen - contestó Lucas-- Soy un espíritu indomable - Bromeó y ambos rieron.

- Eso te hace interesante - dijo Mateo.

- Lo sé - hizo una media sonrisa y se encontró nuevamente con la mirada insistente del alfa

- Interumpo - preguntó Johan, el corazón de Lucas se aceleró "Demonios no lo vi entrar" pensó Lucas.

Los Tres Reyes : DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora