... --Por que no apareces de una buena vez (gritaba) ... o es que eres un Dios de mentira...
no te ofrecieron las ofrendas suficiente mis ancestros? (en medio del llanto gritaba)
...Maldito seas, te maldigo, a ti a tu estirpe, Dios de porquería, Dios de mierda..!
Aquél día en medio de la tormente Avaikilo gritaba al Dios de sus ancestros en medio de un arrebato, había salido de la casa de huespedes en medio de las planicies de Tafúr a las orillas del Río Káennengu un sitio de paso obligado para los Pregrinos de Támsul un templo del norte...
En medio de una tormenta que jamás se había visto antes, sólo la tormenta eléctrica iluminaba el paso de aquellos que se aventuraban.
Avaikilo dejando a todos estupefactos se había despojado de las ropas al paso, hasta llegar al umbral de la casona de piedra y luego comenzó a correr hacia la planicie para gritar a viva voz;
-¿Que le pasa?-
Murmuraban entre todos, otros sólo reían creyendo que estaba loco, quizá se le escapó a alguna familia camino al templo; pues eran conocidas las propiedades milagrosas de las termas del norte...
En medio de la tormenta sólo los sentimientos de Avaikilo se asemejaban a aquellos movimientos de viento y mareas de las aguas del cielo, aunque habría que reconocer que fue glorioso el último rayo, quien lentamente vino a dar sobre la cabeza del pobre Avaikilo,
todos pensarían para entonces que su vejez no le ayudaría en esos momentos;
¿Qué atraerá los rayos, las barbas largas blancas, el cuerpo escualido, el bastón ovejero que no olvidó...?
Entonces el viejo comenzó a soñar: