Epílogo (Ainhara)

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La tensión crese y no puedo dejar de masajear mis dedos para no cerrar los puños.

Desde que desembarcamos en esta Isla, Sacha no ha dejado de augurar malos finales para los ADN que se quedaron atrás. Asegura que no lo logaron, que tal vez están muertos ya... y no he querido rebatirle por no empezar una discusión. Pues, de por si los ánimos están menguados, al punto en que nadie habla aparte de Sacha. «Debemos irnos, podrían venir para acá». Mencionó ella, no hace mucho y estuve a punto de taponarme los oídos con yerba. No obstante, cuánto hice fue alejarme para ver el horizonte nocturno.

— Ainhara, van a irse. Sacha los convenció –susurra Ankara.

— ¡No podemos irnos!

— ¡Y lo sé! –conviene– ¿Pero ¿qué hacemos? ¿Volver?

— Ni lo sueñen –alterca la mandona de Sacha.

Ankara y yo giramos nuestras espaldas, encarándola, pues estamos listas para discutirle.

— ¡Mi mejor amigo quedó atrás; volver ha de ser vuestro único plan!

— ¿Ah, ¿sí? –ironiza– ¿Ozeli buscas que nos maten a todos? No tenemos armas con que defendernos y gracias que pudimos dar con los botes-lancha.

— Usted dice que el cuerpo es un arma –intercede Ankara–. Como Herederas Pilares...

— ¡Como Herederas Pilares opináis demasiado! –reprende.

— ¡Sacha, algo se acerca!

Grita Gyna y junto a ella muchos de los nuestros retroceden. Sin embrago, otra voz habla convencida de lo que imagina.

— ¡Es el Vallamorieé!

Entonces, como si nos oyese, el enorme yate comienza a prender sus luces.

— ¡Es Astrid! –afirman otras voces.

De modo que no retrocedemos; avanzamos. Corremos en realidad para estrechar abrazos con aquellos que (pese a la esperanza infundada por el miedo al fracaso), pensamos que no volveríamos a ver más. Gyna recibe a su hermana la traidora, compañeros ponen cabezas sobre hombros... se besan mejillas, labios o frentes. Con todo, no veo su rostro, sino hasta que desembarca Astrid.

Él camina a su lado.

— ¡Ken! –llamo, grito; agradezco que está bien.

Mis pies levitan a causa de la velocidad que les impongo. Sin embargo, ninguna carrera es larga para llegar a él; a mi amigo... al hermano, al protector. Ken se quedó atrás por nuestra causa, por cuidaros. Aunque los ojos me escosen no lloro. Le rodeo el cuello con todas mis fuerzas. Tantos años y reconozco esa sensación de la primera vez en que creí haberlo perdido.

— Estoy bien, estoy bien –me suelta y besa una de mis mejillas– ¿Dónde están los heridos?

— Un grupo les dio primeros auxilios, pero no pueden hacer mucho más. ¡Estúpido estás aquí! ¡Estás bien! –sollozo– Gracias...

— Siempre te cuidaré.

Por nuestro lado pasan los primeros auxiliados hacia el yate. Ankara junto con Astrid se unen a nosotros, pero Ken sigue viéndome y no aparto la mirada. Él vuelve a rodearme.

— ¿Las dos estáis bien? –pregunta la líder cuando rompemos el contacto.

— Sí, sí –respondo–. Sacha reservó el último bote para nosotros tres... no queríamos relegarnos, pero insistió.

— Martin casi nos atrapa y tuvimos que zarpar juntas Ainhara y yo. Ken lo distrajo y por esa razón se convirtió en rehén.

— ¿Dónde está mi hermana?

Comento al fin, ya que no la veo por ningún sitio. Además, se me hace raro que no haya venido a mi encuentro.

— No la vi salir del yate –indica la pelirroja–. Ni a Ryan.

— ¿Por qué me –titubea– por qué me preguntáis? Anahí no está conmigo. ¿Debería?

— ¡Sí! –afirmo.

El corazón comienza a latirme desbocado. Ankara pasa sus dos manos por el cabello.

— ¿Astrid, no te has comunicado con Anahí? –colige Ken– ¿Ni con Ryan?

La líder niega.

— Les llamé, pero nadie contestó. Creí que... o sea, no tuve tiempo para –cambia de idea– ¿Dónde se supone que estén?

— Anahí me llamó por el walkie-talkie –relata Ankara–. Fue antes de empezar con la actividad de esta noche. Me dijo que ya había pasado por nuestra casa y hablado con Harry, e iba en busca de Ryan a la casa de él. Se supone que debían venir hacia acá. Astrid eso fue hace horas, pero nunca llegaron.

La líder humedece sus labios y sé que no me gustará lo que tiene para decir. El grupo que permanece en tierra se mueve cuando Sacha da la orden de que subamos al Vallamorieé. Luego, Astrid retoma la palabra.

— Cuando supe lo de –masajea los parados y busca la parte que nos interesa en la historia– los llamé por walkie-talkie pero no respondieron. Estaban como fuera de señal y me dije que estarían en el NUCLEO... sonaba un chillido como de interferencia.

— Se desconectaron o los desconectaron.

Sacha se acerca para hablar con la líder.

— Todos los heridos se encuentran estables, necesitan medicamentos, aunque pueden aguantar el viaje. Los demás irán apretados, pero daremos buen viaje. Astrid debemos salir de aquí.

— ¿A dónde iremos? –pregunta Ken.

— A Musa –resuelvo yo–. Mi hermana y Ryan no tienen señal, sin embargo, sabemos que están allí. Por tanto, hasta allá viajaremos para ir a buscarlos.

— Estoy de acuerdo –acepta Arturo.

Luego de dicho instante, el yate comienza a alejarse de la Isla con la tripulación refugiada en los camarotes. Ankara, Astrid, Ken y yo permanecemos cerca del borde de la proa en total silencio.

Una fina lluvia acompaña la noche y se agradece la ausencia de truenos.

Me siento esperanzada, aunque el miedo está ahí, como un grito imposible de acallar. Sin embargo, abrazo a mi amigo para no darle mayor importancia. Porque recuerdo que bajo la tormenta se aprende a remar. Significa que lo negativo es necesario para alcanzar al éxito, así como la verdadera y más importante enseñanza reside en estimar todo lo aprendido cuando llegue la calma.

Porque ahora estamos en guerra, y anhelamos la victoria, de modo que mientras se pelea por ella debemos reforzar nuestros principios, aceptar derrotas, superar traiciones y recordar que no estamos solos. Caminamos con el apoyo de Dios. Por eso, aunque nos corten las alas, Él nos hace los huesos más fuertes. Tal vez no conseguimos volar, empero, avanzamos con paso firme hacia el final desconocido y lo hacemos con miedo, sí, pero también con fe. A sabiendas de que, esperar lo imposible mantiene viva la llama de nuestra lucha. La cual, ha dado hombres y mujeres con temple para defender sus ideales; esos que no mueren jamás porque son transferidos a aquellos que han sufrido y con todo, no se rinden frente al dolor.

Por tanto, continuaremos su lucha. Sin importar el dolor de las caídas, nos levantaremos. En nombre de los que ya no están, en favor de la verdad y por la familia, seremos el legado que va a renacer.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora