Perdón

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"So here we go again with my mistakes…"


Estaba oscuro, pero su cuerpo al fin estaba perdiendo lentamente los efectos de la droga. Se sentía totalmente desorientado, abriendo sus ojos de forma cuidadosa y tuvo que esperar un par de minutos para poder tener un panorama más claro de su alrededor, porque ni siquiera era capaz de ver dónde diablos estaba.

Reconoció la suave superficie bajo su cuerpo como una cama, así que respiró tranquilo al pensar que todo lo que había vivido fue una simple pesadilla, una de tantas que su propia cabeza se encargaba de crear para atormentarlo, así que no era nada nuevo. Miró al techo de la habitación varios segundos hasta que pudo sentarse, recibiendo al instante una punzada en sus sienes que le hizo soltar un quejido, se sentía agotado como nunca.

—¿Varus? Mierda, despierta ya. —Dijo de forma despectiva a su compañero de cuarto, porque sentía que en cualquier momento iba a vomitar y él siempre era el primer idiota en ayudarlo… pero esta vez no sería así. —Oye, idiota. ¿No me…? ¿Qué? —Su vista se aclaró, y apenas se acostumbró a la oscuridad del cuarto apenas iluminado por la poca luz que entraba por la ventana se dio cuenta de que no había sido una pesadilla. Esa habitación no era la suya. Comenzó a inquietarse, estaba entrando en pánico con cada segundo que recordaba lo que había pasado y necesitaba salir de ahí. Si su intuición era acertada, estaba con un maldito asesino cerca que le había llevado a quién sabe dónde.

Se puso de pie, pero no contaba con que aún quedaran restos de la desagradable droga, así que necesitó la ayuda de una de las paredes para poder mantenerse firme, causando un ruido bastante perceptible al hacer caer una lámpara junto a la cama que empujó accidentalmente con su cuerpo. Pasos apresurados se escucharon entonces, sintió que el pecho se le apretaba y le costaba respirar. Estaba acabado, malditamente muerto.

La puerta se abrió, seguida de una luz que le dejó literalmente ciego. Estuvo a punto de correr si no fuera por sus piernas que no querían cooperar, solo se le ocurrió agacharse y tratar de buscar un trozo de la lámpara de vidrio para defenderse, pero apenas podía ver. Si iba a matarlo, que lo hiciera de una maldita vez.

—Ah, ¿Era necesario romper eso? —

—¡Aléjate, joder! ¡No me toques, maldito enfermo! —Gritó al sentir que unas manos le tomaban de ambos antebrazos para hacer que se levantara, tratando de forcejear como podía, pero él era más fuerte.

—¿Qué diablos te pasa? Ya cálmate. —Fue entonces que se atrevió a mirar al rostro de aquel hombre, tardando en reconocer cada facción hasta que su vista se acostumbrara a la nueva luz en la habitación.

— ¡¿Por qué me trajiste aquí?! —

—No iba a dejarte en ese callejón en el estado en el que te encontrabas. No seas estúpido, mocoso. —Era un hombre claramente mayor que él, quizá por unos cinco años. Un poco más alto, cabello blanco y ojos de un intenso color rojo, incluso se le hizo extrañamente atractivo a primera vista, pero tenía claro que se trataba de un asesino. —Ah, te cortaste aquí con la lámpara. ¿Eres siempre así de impulsivo? —Sostenía firmemente sus antebrazos, así que pudo ver que en su palma derecha tenía un corte ligeramente profundo y sangraba hasta las mangas de su campera.

—Déjame ir. No le he dicho a nadie lo que vi, solo déjame ir… —Estaba suplicando sin darse cuenta, bajando la cabeza para que el tipo no le viera en un estado tan patético. Incluso en una situación así tenía orgullo, cosa que hizo sonreír al peliblanco levemente.

—¿Acaso tienes miedo? —Preguntó un tanto divertido, sintiendo que temblaba y le acercó más a su cuerpo al jalar de sus antebrazos, solo para hacer que le mirase a la cara. No iba a negar que aquel chico tenía una belleza bastante "apetecible"que quería ver de cerca otra vez.

Asesino musicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora