Capítulo 0.5
Nereyda.
El mundo parecía desaparecer bajo el escrutinio de aquella mirada dorada.
Nunca nadie me había mirado con tal amor, devoción. Como si el mundo entero estuviese sostenido por esa persona.
Trague duro intentando aflojar el nudo de mi garganta.
Apostaba cualquier cosa a que mis ojos también brillaban con ese fulgor.
La calidez en mi pecho creció hasta casi hacerlo explotar. Avance los pasos que nos separaban, miembros de ambas manadas flanqueando mis dos lados, no le preste atención a ningún rostro.
Estaba demasiado abrumada con las sensaciones como para mirar a nadie más.
Al momento en que llegué a su lado su aroma me golpeó como una barra de hierro.
Me tensé, odiando un poco el poder que aquel vínculo comenzaba a tener sobre mí. Esto se sentía diferente, correcto y perfecto.
—Vamos a mi estudio, podremos charlar con tranquilidad.
Señalo las escaleras de mármol con un movimiento de cabeza. No pude hacer más nada que asentir y seguirlo.
Su voz hizo vibrar cada célula de mi ser.
Elegante, ronca y demasiado varonil para mi estabilidad emocional.
Subimos las escaleras en silencio, sin emitir palabra alguna. El movimiento de los músculos de su espalda me distrajeron lo suficiente como para olvidar el último escalón, mi pie se enganchó haciéndome perder el equilibrio.
Antes de que mi cuerpo tocara el suelo sus brazos me alcanzaron, abrazando mi cintura. Hundiéndose en mi espalda como una jaula de hierro.
Quede colgando en sus brazos, inclinada como una medialuna, con mi rostro directamente frente al suyo. Su aroma eclipsó cada pensamiento racional en mi mente, aquellos ojos de depredador desbordaba deseo. Mi piel comenzó a calentarse en las zonas que eran tocadas por sus poderosas manos.
—Te tengo.
Susurro bajo, como dos amantes secretos compartiendo un momento erótico, Su aliento aleteo en mis fosas nasales haciéndome casi ronronear.
Dentro de mi Layla ronroneaba a gusto, como un pequeño gatito acurrucado en su manta favorita.
—Lo siento.— Carraspeó, liberando lentamente de su agarre en aquel pasillo poco iluminado.—Me distraje un segundo.
No opuso resistencia para soltarme.
Valore aquel gesto con todo el corazón.
Continuamos caminando por el pasillo como si no hubiese ocurrido nada, como si no me muriese de ganas de estar con él.
Al momento en que llegamos a una puerta de roble ocre oscuro, la abrió para mí invitándome a pasar a aquella habitación que ya conocía muy bien. Tome asiento frente al escritorio de metal, escuchando atentamente cómo se cerraba la puerta a mis espaldas, para luego observarlo caminar y tomar asiento frente a mí.
Estaba nerviosa, hacía años que no me sentía de aquella manera. Con las palmas sudorosas y sin poder dejar quietas mis manos ni por un segundo.
Tenía que controlarme, no podía sucumbir ante él olvidando a mi familia, mi pueblo, mi venganza tan esperada.
Damián ladeo la cabeza analizando, en un gesto casi infantil que le brindó un aire juvenil.
Me sonrió, parecía conocedor de todos mis secretos. Y su sonrisa era la cosa más bella que había visto.
¡Concéntrate.!
—Lo que estamos sintiendo es normal, al momento en el que se acomoda el lazo es casi imposible resistirse al otro. Aunque parezcamos civilizados en nuestro interior habita un ser salvaje que lo único que quiere garantizar es la culminación del vínculo y el apareamiento.
¡JODER.!
Al momento en que menciono aquello con esa voz sugerente no pude ni imaginar su cuerpo encima de mí garantizando la unión.
Guiándome por su sonrisa chulesca supe que aquello salió de su boca buscando la reacción que gustosa le había dado.
Capullo engreído.
Bufé relamiendo mis labios, Damián no se perdió ni un segundo, siguiendo el gesto con la mirada. Creí oírlo gruñir, no estaba segura.
—Ya debes estar enterado de que anteriormente fui emparejada con otro macho.— Su semblante se endureció, sin embargo, asintió con la cabeza señalándome que siguiera hablando. -- Jamás sentí lo que siento en este momento, ¿A qué se debe?.
Apoyó sus codos encima del escritorio inclinándose hacia mí.
—Tengo a un equipo encargado de responder esta incógnita. El Alfa Maximilian es un ser despreciable, no le importa jugar sucio con tal de ganar. No pondría en duda que haya metido sus sucias garras para unirte a su hijo, por alguna razón quedaste con vida. No fue compasión. — Frunció el entrecejo. — La descendencia que pudo haber salido de esa unión le daría más poder a su sangre.
Aquello tenía sentido, demasiado.
Un recuerdo asaltó mi mente.
Yo no era virgen, a los dieciséis años me entregué a un chico de la manda. Caleb. Aquel niño que llegó un día y se volvió compañero de castigos y burlas.
Aun recuerdo sus ojos azules vibrantes, el amor que destellaba cuando me miraba.
La noche en que nos entregamos, recuerdo la reacción de alfa Maximilian al oler nuestras esencias entrelazadas, gran prueba de lo que habíamos hecho.
Pensé que no sobreviviría a la paliza que le dieron, sin embargo, a la madrugada vino a mi habitación con una mochila vieja colgando de su hombro delgado. Su rostro estaba irreconocible gracias a la golpiza.
Me dio un beso despidiéndose, con la promesa de venir a buscarme cuando encontrara personas que lo apoyaran. Jamás volvió, y por años me pregunté si aquello no había sido más que una mentira para hacerme sentir mejor.
Parpadee borrando el recuerdo de mi mente.
El Alfa no me quitaba la mirada de encima, sabía que se estaba conteniendo. Yo misma quería saltar encima de él y hacer toda clase de cosas que jamás hubiese creído.
—¿Por qué me rechazó su hijo entonces?.
Apretó los labios en una línea tensa. Con la mirada busco algo en mi rostro. Casi sonreí al darme cuenta de que tenía miedo de ver arrepentimiento allí. Como si yo quisiera a alguien como aquella basura a mi lado.
—Quizás no estaba enterado de los planes de su padre. Quizás Maximilian creyó que no había logrado unirlos. Son muchas las incógnitas. Estoy tratando de encontrar la información necesaria para aclarar todas las dudas.— Suspiro, alborotando el cabello rubio con las manos.— Sin embargo, quería hablar de otra cosa contigo.
Los nervios consumieron mi estómago, haciendo de este un nudo.
—Adelante.
—No quiero que te sientas obligada a estar conmigo, en ningún momento. Simplemente, quiero que me des la oportunidad de cortejar, quiero que tomes tu propia decisión más allá de un vínculo predestinado. Simplemente, démonos la oportunidad de conocernos, enamorarnos de lo que somos.
Bufo. Como si sintiera que las palabras no eran suficientes para expresar lo que sentía en aquel momento.
— Llevo años esperando, buscándote por el mundo entero. Solo de reflexionar que te tuve en mis propias tierras por tres años sin saber lo que significabas para mí, me mata. Estuve a punto de cometer una locura, gracias a la diosa te encontré en el momento indicado. Sé lo que te pasó, a medias. Nick no me contó mucho, dejándote decidir si valía la pena, si quería compartirlo algún día conmigo. Pero entiendo tu rechazo, sin embargo, deseo que no nos quites la oportunidad de ser felices.
Había tanta sinceridad en sus palabras, en sus ojos enturbiados. Tanto anhelo y desesperación ante la negativa que podía darle.
Sin embargo, me sentí plena, feliz.
Al saber que aquel hombre que se encontraba frente a mí no era ningún mal nacido, no me estaba imponiendo nada.
Me daba una elección, una voz propia para decidir entre los dos. Sabía que si decía que no, no se opondría. Daría marcha atrás dejando libre lo que anhelo por décadas.
Cuando le respondí, mi necesidad tampoco fue fingida. Ni las lágrimas que quedaron aferradas en mis pestañas.
—Voy a darnos la oportunidad, conozcamos y decidamos por nosotros mismos qué nos deparará el destino.
Su sonrisa iluminó la habitación entera, mi propio corazón en llamas bajo aquella luz que irradio de todo él.
—Gracias.
Asentí con la cabeza con un nudo en la garganta.
Volví a hablar, aún había algo que aclarar.
—¿Que pasara con la chica que trajiste?, ¿Creará esto algún conflicto?.
Deslice una mano entre ambos, queriendo abarcar ese lazo invisible que unía nuestras almas.
Su rostro estaba limpio cuando hablo, no hubo duda alguna en aquellas facciones demasiado perfectas para mi estabilidad emocional.
—No está a discusión, no habrá conflicto. La unión de almas, vínculos o como deseen llamarles son sangrados. El Alfa Kallias es un viejo amigo, entenderá esta situación.
—Bien.
Hubo un breve silencio, su boca se abrió una pulgada, pero cuando estaba a punto de hablar unas pisadas apresuradas llamaron nuestra atención.
Quedamos mirando la puerta fijamente, esta se abrió de golpe, con la suficiente fuerza como para hacer una marca en la pared de yeso.
Nick nos miraba desde el umbral, con la respiración agitada y los ojos como platos.
—Será mejor que ambos bajen en este momento.
Nos dedicó una única mirada antes de perderse por los pasillos tan apresurado como llegó. Al segundo, ambos nos movimos caminando con la misma rapidez.
Miles de posibilidades pasan por mi mente, sin embargo, no estaba preparada para lo que venía.
Al llegar al final de las escaleras nos encontramos con una cacofonía de voces entrelazándose, haciéndose casi inentendibles una sobre la otra.
En medio de todo el tumulto Nick y otro macho de espaldas a mí, intentaban calmar el tumulto.
—Silencio. Que alguien me explique que está pasando aquí.
Las voces se callaron ante el influjo de poder en la voz de mi compañero.
Me sonrojé gracias a los pensamientos que se apoderaron de mi mente.
Nadie más que Damián se dio cuenta de aquello. Gracias a la diosa.
—Los informantes de Luna Negra acaban de mandar un mensaje.— Nick parpadeó antes de continuar.— El Alfa Maximilian ha caído. Logan Landon se ha proclamado Alfa. Hace una hora comenzaron a cerrar sus fronteras, hay movimientos sospechosos dentro de la casa. Están buscando aliados, preparándose para una masacre contra nosotros.
La sala quedó en completo silencio, mi propia mente vacía de cualquier sonido.
—¿A manos de quien.?
No sabía que estaba preguntando Damián, hasta que la voz titubeante de Nick resonó por la sala.
—Su propio hijo.
Logan había matado a su padre.
¿Qué clase de monstruo era aquel ser?
—¿Cuál sería la razón para declararles la guerra?.
Desde el fondo de la sala una voz aguda y femenina se elevó entre las demás. Una chica, de ojos celestes y cabellos negros. Era hermosa, la mismísima mujer que mañana a la noche debía ser Luna de esta manada.
En aquel instante cuando aquella pregunta rondó por la sala, aquel hombre al lado de Nick se dio la vuelta.
El aire quedó estancado en mis pulmones.
—Recuperar a Nereyda Taylor y hacerla su Luna.
No supe como reaccionar, ante la respuesta y ante los ojos azules de un Caleb maduro que se clavaron en mí.
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¿Rechazada? |EN DREAME.|
Teen FictionTodos los creditos de portada reservados a @Grupo_BE. ¿Quiere una portada hermosa como la mía?. Corre a buscarlos. **** Mi nombre es Nereyda Taylor y fui rechazada por la persona que debía amarme con mis defectos y virtudes, pero me equivoqué. ¿Aho...