Viene el invierno

3 1 0
                                    

Él era un brote de clavel de los que florecen en medio de la hostilidad del campo. Se había creado una idea acerca de la majestuosa nieve: sólo deseaba abrirse al mundo y ser tocado por esos copos frágiles, casi tanto como su misma esencia.
Al pasar del clima, su cuerpo maduró lo suficiente para ser llamado joven, los días iban y venían como si el tiempo evitara ser alcanzado por el ayer, como algo imposible. Llegaba ya el invierno y su rostro se asomaba por una ventana invocando mentalmente a sus más grandes anhelos y mordiéndose los labios de la cólera por no poder salir y ser expuesto.
Hacía poco le habían puesto una serie de vendajes en tonos blancos, cubierto su espalda por un velo y envuelto su cintura con lilas y esmeraldas que lo adornaban de una forma especial y al mismo tiempo que no le permitían moverse. Fueron tales su empeño e inquietud que el florero se volcó, rodando hasta dejarle libre de aquella prisión, de esa hermosa prisión. Así como le fue permitido avanzó hasta chocar y posar sus manos sobre el vidrio, empujando con toda su fuerza el picaporte logró abrir la ventana. Nunca había sentido tanto frio y emoción al mismo tiempo, mientras su cuerpo se entumecía y congelaba, las lágrimas recorrían su rostro y se solidificaban. Los copos chocaban atrevidamente contra sus hojas, le herían, le hacían cosquillas, le hacían comprender al mundo.
Ya eran más de las siete, cuando uno a uno y todos los pétalos habían caído al suelo... rojos, como si hubiese sido un asesinato, manchaban la nieve, mientras desnudo el joven pasó a ser viejo y congelándose profirió un último suspiro de libertad.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 04, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Para quien me hace escribirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora