Six

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Me levanté de golpe al escuchar el sonido de el teléfono inalámbrico, que llenaba la sala de estar. Me levanté de el sofá, y caminé hasta el molesto aparato. Lo agarré con mi mano derecha, mientras que bostezaba y con la otra mano refregaba mis ojos.

—¿Quién...—un bostezo se escapó de mis labios.

—¿Esta Alex? Soy su madre, ¿tú eres? —preguntó una delicada voz al otro lado, un poco rasposa, pero suave.

—Am, soy Hanna, iré a buscar a Alex, esta durmiendo. Ya regreso —avise, mientras dejaba el teléfono de lado y caminaba arrastrando los pies hasta la habitación de Alex.

Abrí sin golpear, y caminé hasta su cama. AleX dormía, sin su remera, y tapado con su sabana azul claro hasta la cintura, su cabello estaba alborotado. Sonreí, y moví bruscamente su estomago. Se sentó asustado, agarrándose el estomago.

—¿Que coñ..

—Tu mamá esta al teléfono, levanta —lo corté enseguida, un poco malhumorada. El abrió un poco los ojos, examinándome, levantó una ceja, y yo bufé y salí de allí. 

Entré a mi 'habitación'. Que consistía en un pequeño cuarto con paredes blancas, piso de madera, y una pequeña ventana con cortinas color crema. También tenía un placar -en donde casi no había ropa, solo unas chaquetas colgadas- que formaba parte de la pared, una cama de plaza y media,con un cobertor blanco, una almohada, y algunos cojines pequeños, decorando. A un costado de el placard, había un pequeño escritorio, con mi potatíl encima y algunos libros a los costados.

Me tiré a la cama, con un terrible dolor de cabeza, y sin una mínima idea de en que día, hora y fecha estábamos. Me acomodé en la cama, quedando boca arriba, y arquée mi espalda, buscando en mis bolsillos traseros el nuevo móvil que me había comprado ni bien me instalé aquí.

Lo encendí y me fijé la hora. 18:27 p.m., domingo. Oh, bien, había dormido todo el sábado. 

—¿Qué? —susurré con los ojos muy abiertos. No recordaba haber dormido tanto, además, ¡aún tenía sueño!. Recuerdo haber llegado muy tomada de la fiesta, tanto, que Alex tuvo que cargarme desde la camioneta, hasta el apartamento. Tal vez habíamos llegado cerca de las nueve de la mañana.

Mi estomago rugé por falta de comida. Me levanto despacio, sintiendo un dolor punzante en mi espalda, me pongo derecha, y hago tronar los huesos de mi columna vertebral, moviéndome a la derecha y luego a la  izquierda. Suelto un suspiro y me pongo en pie, sintiendo un latir en mi cabeza.

Abro la puerta de mi habitación, y voy a la cocina. Me paro en puntitas de pie, deseando poder encontrar cereales en las alacenas de arriba. Pero no hay nada, absolutamente nada. Abro la heladera, pero solo hay una leche vencida, queso en mal estado, y dos packs de cerveza, y algunas verduras y huevos, que no me sirven de mucho.

Decido ir a comprar algo para comer, así que me encamino a la habitación de Alex. Entro, otra vez, sin permiso, y sacudo su estomago, ya que esta boca arriba. El se pone de costado, y vuelvo a moverlo.

—¿Mhm?

—Vamos a comprar, son las seis y media de la tarde.

—¿Y? —pregunta ahora mirándome.

—Es domingo —ladeo mi cabeza, y me siento en el borde de la cama.

—¿Enserio? —pregunta con los ojos bastante abiertos.

—Si, ahora, levántate, tengo hambre, y tú —lo señalo—no eres capaz de llenar las despensas de comida. ¿Para que las tienes? —solté una carcajada, y el rió conmigo.

Find Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora