Te presento a...

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La guerra finalizó.

Después de incontables pérdidas y sacrificios, la paz parecía por fin haber llegado al mundo de Underworld. Y con eso, nuevos retos y metas por alcanzar.

Pero esta historia no es sobre el cambio que habrá en Underworld.

No, no.

Esta historia es sobre cierto Espadachín Negro y sobre cierta Diosa de la Creación.

Sobre cierto día y cierto suceso que pasó...

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Aquel día era de mañana. Una hermosa y tranquila mañana en donde todos los habitantes de Underworld realizaban sus actividades diarias como ya era costumbre. Y no solamente ellos, también ciertos héroes.

O, bueno, eso tendría que pasar.

La realidad era otra.

Los queridos y aclamados héroes del mundo no estaban en donde deberían de estar.

Que el Espadachín más fuerte no estuviera, no era algo nuevo. Cualquiera que lo conociera en persona sabía perfectamente que aquel hombre no era alguien de quedarse quieto cual diplomático realizando sus deberes. No, él no era así.

Pero que la Espadachina que muchos habían llamado Diosa al verla no estuviera, era algo inusual. Muy al contrario a su contraparte, ella era más diplomática y manejaba esos temas. Claro, no se negaba que no se diera sus escapadas para disfrutar de la ciudad o del tiempo con su pareja. Sin embargo, había un patrón que ya todos conocían y hasta se sentían preparados para ese momento.

Pero ese no era el caso.

No había pasado el patrón y todo había sido una sorpresa total.

—¿Alguien ha visto a Asuna-sama?

—No, lo siento. ¿Y has visto a Kirito-senpai? Fanatio-sama dijo que quería hablar de algo sobre el turismo o algo así, con él.

—Kirito-sama evadió sus responsabilidades de hoy nuevamente —susurró la contraria al escuchar las palabras de su compañera.

Ambas chicas eran aprendices de Caballero. Una de cabello castaño y la otra de cabellera rojiza. El nombre de aquellas jóvenes eran Ronye y Tieze.

Las dos féminas se miraron un segundo y después suspiraron cansadas.

—Si llegas a ver a Kirito-senpai, ¿le puedes decir que lo está buscando Fanatio-sama?

La pelirroja Tieze asintió.

—Te digo lo mismo si llegas a ver a Asuna-sama —dijo y Ronye asintió—. Seguiré en mi búsqueda entonces.

Una vez sola, la castaña volvió a suspirar.

—¿Dónde se habrán metido... Kirito-senpai... Asuna-sama...?

Mientras tanto, con ellos...

****

—Mmmm... mmmm...

—¿Sucede algo?

Kirito miró por el rabillo del ojo a Asuna, la cual estaba detrás de él.

—No... es solo que...

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