1

1 0 0
                                    

La temporada de lluvia había vuelto, los días pasaban fríos y con una suave brisa. Para Park Jimin esto era hermoso. Asomado en la ventana de su habitación, veía a las personas lo más abrigada que pudieran y con un paraguas en manos por si les agarraba la lluvia en plena calle ¿por qué lo hacían? Sentir la lluvia recorrer su rostro era magnífico, era refrescante.

Se encontraba con un suéter de lana hecho por su abuelita de Busan de color beige, y una taza de gatos llena de chocolate caliente en su escritorio.
Nunca más fue a la escuela después de aquella tragedia, nunca más salió de su casa, no porque su mamá se lo impidiera sino porque se sentía apenado con su físico, estaba horrible, la enfermedad lo había dejado derrotado y demacrado, su mamá siempre le repetía lo bonito y grandioso que era, pero él solo sonreía y la abrazaba deseando que lo que ella dijera fuera cierto.

Pero optó por ser fuerte, optó por disfrutar de la vida aunque solo le quedara unos pocos años aquí.

Optó por sonreír cuando se sentía triste o dolido, por disfrutar de los besos de su mamá, por escuchar todas las travesuras de su abuelita cuando era joven, y de jugar bajo la lluvia con los pies descalzo.

Es por eso, que bajó las escaleras apresurado para salir afuera cuando escuchó la lluvia venir a visitarlo, oyendo la voz de su mamá advirtiéndo que se pongo zapatos, una advertencia ignorada por él, todos los días.

Al salir y sentir las gotas de lluvia golpear su rostro hasta su pecho, sonrió.
Empezó a dar vueltas con las manos abiertas.
Disfrutaba tanto esto. La lluvia refrescaba su mente, le hacía olvidar su enfermedad y el tiempo de vida que le quedaba.

Jugó con el césped entre los dedos de sus pies, tan bien, tan cosquilloso.

Algunas personas corrían debajo de su paraguas evitando que la lluvia los "atacara" y otras optaban por coger un taxi. 

Su vista se dirigió a la casa de los Min, afuera había un chico de tez pálida y cabello negro, totalmente empapado por la fuerte lluvia, no había traído un paraguas, pero si dos grandes maletas. El chico seguía tocando la puerta pero nadie contestaba, entonces vió como este se giraba con el ceño fruncido y dirigió su vista a él acercándose con todo y sus maletas.

-Disculpa niño ¿sabes dónde se encuentran los Min en este momento?-

Y Jimin solo se quedó en silencio.
El mayor tenía rasgos asiáticos pero sus ojos eran azules. Era algo inusual ver algo así aquí en Corea.

-oye disculpa, te estoy hablando-

-y-yo..-

-¿sabes dónde están los Min?-

-e-ellos salieron al a-aeropuerto- habló muy bajito pero lo suficiente para que el chico lo escuchara.

-¿qué? Ash es en..! Esos viejos me complican la vida- ¿por qué dijo eso? Los Min eran personas muy buenas, en especial cuando la señora Min se ofrecía para cuidarlo cuando su mamá se iba a trabajar.

-¿por qué dice eso? Los señores Min son buenas personas, además son mayores que usted, debería tratarlos con respeto, así como yo lo hago con ellos y con mi mamá-

Y el chico mayor lo miró incómodo, hasta un niño corregía su actitud.

-Jimin, hijo, ¿con quién... Min Yoongi?-

-uhg hola sra Park, es un gusto volver a verla- hizo una inclinación avergonzado.

-¿pero qué haces ahí? Mirate nada más, de seguro te dará un resfriado, ven, entra, Corea ha cambiado mucho el clima-

La sra Park salió un poquito de la puerta y jaló del brazo al muchacho para que entrara a su cálido hogar, seguido de un pequeño curioso por el inusual hombre.



Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 03, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Con los Pies Descalzo YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora