Un raro ocaso.

18 2 4
                                    


Comenzaba a bajar el sol. La tenue luz comenzaba a desaparecer entre los edificios, otorgando una tonalidad rosada y algunos tintes anaranjados. La gente comenzaba a vaciar el centro. Disminuía el ruido ambiental, se oían pocas bocinas de colectiveros furiosos; ya muy pocas micros acelerando y haciendo rugir el motor al punto de casi fundirlo... ¡Oh, sí!... ya podía sentirse el término del día. Inclusive el ciego de la esquina, que esas últimas semanas se quedaba hasta muy tarde (seguramente para tener un "colchón económico" para cuando llegara marzo, ya que todos vaticinaban que en marzo volvería a quedar la cagada) ya se había retirado, previamente gritando "JOAHANAAAAAA.... Tengo hambre" grito habitual para llamar la atención de quién lo llevaba y acompañaba todos los días en su jornada laboral.

Agradable se percibía el término del día. Sonaban casi sincronizadas las cortinas metálicas de diversos locales comerciales, dando fin al día laboral... se escuchaban a lo lejos ese rugir apurado y furioso del roce del metal con los rieles poco engrasados, resecos y llenos de polvo.

Faltando unos pocos minutos para cerrar, abrió la pesada puerta de vidrio, no sin un esfuerzo descomunal, un hombre, de unos sesenta, tal vez cincuenta pero bastante maltrecho, flaco, enjuto, largo como un fideo, con unos enormes lentes de celuloide, antiguos, negros, pesados y con un evidente aumento, que hacía que se le vieran unos ojos diminutos adornando ese rostro anguloso con barba incipiente de unos días sin haberse pasado la gillete.

Al ingresar, como observadores que el oficio ha hecho que seamos, notamos algo extraño. Por nuestras cabezas rápidamente pasaban diferentes adjetivos para poder calificar al hombre enjuto que estaba de pie frente a nosotros, sin embargo, una vez que abrió la boca para entablar una conversación, se nos puso la piel de gallina. Nadie (quizás una excepción) utiliza en su vocablo "honorable caballero" y "distinguida señorita". Por lejos, se trataba del personaje más extraño de la semana.

El dialogo comenzó como es habitual, el típico saludo cordial más la pregunta de rigor "¿puedo ayudarle en algo?", hasta el momento me pregunto si fue un error en iniciar la conversación, pues creo que nunca lo sabré y quedará en los registros de "cosas sin resolver" que guardo en la gaveta más alta de mi casita de techos altos y rosados de mi cabeza. El hombre flaco comenzó a preguntar por una serie de títulos de libros que traía anotados en un papel con retícula de cuadros y con una letra ilegible. De cada título, debía responderle amablemente "no, no lo tenemos" "no, no lo ubico" "no, tal vez se trate de un libro muy antiguo". En efecto, eran títulos antiquísimos, y lo sé, porque pude ubicar un par de nombre, recordando una conversación que antaño tuve con mi padre, de cuando él era un ávido lector adolescente, y ya en ese tiempo, el libro era arcaico, sin desmerecer por supuesto. Insistente, el hombre enjuto, exigía que le con siguiéramos los libros que pedía. Después de explicarle en un número significante de veces, que era un pedido bastante difícil de conseguir, le comenté que haríamos lo posible, sin embargo, era muy posible que no pudiésemos logar el cometido. De todas maneras, él sonrió, mostrando una hilera de dientes amarillentos y puestos en desorden, cosa que generó más piel de gallina. El hombre flaco como un fideo, se despidió cordialmente con la misma frase que al saludar "honorable caballero" y "distinguida señorita"... iba a abrir la puerta, cuando mi compañero, amablemente la abrió por él, entonces en ese momento, sin dudarlo, nos dijo:

"Les diré algo, pero sólo a ustedes, porque se nota que saben mucho... ¿saben? tengo un generador en mi casa, si...-mientras se tocaba el cuello, haciendo que se le notara por lo famélico que estaba, su manzana de adán bastante prominente-... y... también tengo una puntera... de esas para sacar agua de las napas subterráneas ¿la conoce "distinguida señorita"? ¿Sabe de qué hablo "honorable caballero"?-ambos asentimos con la cabeza- muy bien, entonces, como les decía, me estoy preparando y ustedes también deberían hacer lo mismo- Se puso serio, mientras nos observaba, de soslayo dirigía unas miradas por su visión periférica-si... hay que prepararse... esos libros que le pedí "distinguida señorita" dicen todo esto que está pasando y se va a poner peor-Con mi compañero estábamos con la piel de gallina y bastante incrédulos, solo atinamos a mover la cabeza afirmativamente dejando salir un "Aaahaaá" de nuestras respectivas bocas- Sí... Entonces... va a ser peor...prepárense, junten mercadería, agua, velas... yo en mi casa tengo mucho... y también tengo una antena... y tapicé mi casa, no entra ningún rayo de luz, nada, está oscura, tapé todas las ventanas, todos los lugares donde entraba luz, porque la luz los atrae...además la he pintado de negro, completamente para que no se vea de noche, para que no me encuentren de noche... para que no me vean... y también tengo mi escopeta cargada... prepárese, se los digo porque yo se... háganme caso, prepárense... se los dejo de reflexión... buenas noches "distinguida señorita", "honorable caballero" buenas noches... ya saben, le dejo la información, ustedes verán que hacer con ella..."

Ambos esperamos a que saliera, mientras continuábamos con la boca abierta. Una vez que definitivamente desapareció, quedamos ambos con una sensación de "¿¡qué mierda fue eso!?"....

Al pasar las semanas, comenzaron nuevamente las revueltas, ya bastante más violentas que en esa especie de tregua durante el periodo navideño... la gente volvía a sentir esa inseguridad de "en marzo va a quedar la cagá" y comenzaron a volverse más acaparadores materiales de todo tipo. Volvíamos a una especie de normalidad fingida y obligada, cuando todos sabíamos, que sólo era un espejismo de la realidad. Unos días más tarde, comenzaron con los primeros reportes de coronavirus dejando la pura y santa cagada en Italia y España, de como se comenzó a esparcir esta suerte de plaga... los noticiarios mostraban imágenes de muertos apilados en las calles, rumas de bolsas mortuorias, gente muriendo en todas partes, hospitales llenos y colapsados. Gente vestida de pies a cabeza con algo que parecía ropa para protegerse de los rayos gama... cual apocalipsis zombie... luego, comenzó la paranoia colectiva, las personas iban en masa a los supermercados hasta desabastecerlos por completo, sin embargo, poniéndole las cajas de cristal, escudo, heineken, austral... pero dejando de lado a las corona... pobres corona, no tenían la culpa del mal nombre que le escogieron.

Pasando los días, la incertidumbre se hacía peor y peor... la gente continuaba en masa comprando víveres, alcohol gel, guantes, mascarillas, cloro y papel higiénico, no dejando nada para el resto de la humanidad...

Al ver todo ese actuar de la gente, imágenes de personas muriendo en las calles, el miedo y la incertidumbre en los rostros de las personas, ese temor a contagiarse con solo respirar... me preguntaba y no dejo de hacerlo ¿era sólo un personaje más que fue ese día? Personajes como el señor flaco abundan y de vez en cuando se dejan caer o ¿realmente estaba convencido y sabía que esto pasaría y nos dejó alguna pequeña rara y extraña advertencia? O ya siendo más fantasiosa ¿es el apocalipsis zombie? Es decir ¿¡Walking Dead, Guerra mundial Z, Resident Evil y Soy Leyenda tuvieron razón todo el tiempo!?... ¿es el fin de los tiempos? ¿Épocas oscuras? ¿Apocalipsis zombie? ¿Guerra biológica? O ya ¿será que la tierra se aburrió del ser humano y nos está matando para que dejemos de contaminar? ¿Estará haciendo un exterminio?

....¿Será que deberé hacerle caso al señor enjuto?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 04, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuentos RarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora