Parte 1

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Bueno... Primero que nada holis jaja espero estén bien<3, es la primera vez que subo algo y quizás sea la única cosa que suba o quizás no jiji, ya veremos porque no soy constante haciendo éste tipo de escritos ni nada por el estilo ya que prefiero leer pero a veces hay esos atacazos artísticos si se podría decir que no puedo dejar pasar.

Sin más que decir, espero sea de su agrado esto que escribí o/.

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Ella le había comentado un par de veces a su madre que estaba buscando empleo pero no conseguía algo que le equilibrará con la universidad, necesitaba era algo de medio tiempo, entre días, que la dejase estudiar cuando debía para no aplazar sus materias.

Pero un trabajo así sería el trabajo soñado para cualquier universitario, algo imposible de conseguir.

O eso creía.

Estando en la universidad, específicamente en la cafetería almorzando cuando recibió un mensaje, era su progenitora, se extrañó hasta que leyó y casi se atraganto con sus canelones ¡Tenía trabajo! Eran solo tres días que podían conversar para saber cuándo ella estaba disponible y esos serían, no sabía si estaba soñando o no pero estaba extremadamente feliz, termino de leer el mensaje de su madre dónde explicaba muy bien la dirección de la casa, pedía de por favor no hiciese una tontería porque era la casa de sus jefes ¿Kha? Eso le dio nervios, trabajar en la casa de los jefes de tu madre... Le daba pánico si lo pensaba mejor. Pero debía encarar, no era con ellos con quiénes tendría contacto sino con el hijo menor de ellos, bueno, sí debía tener contacto con ellos pero solo para finiquitar asuntos del resto lo dudaba.

¡No se diga más!

Después que salió de la universidad tomó bus hasta un sitio cercano a la ubicación que le dio su versión mayor, una vez dio con la casa casi le da un ataque, era una enorme casa tradicional japonesa y cuando decía enorme era ENORME, sabia los jefes de su madre eran ricos pero santo dios esto era algo de otro nivel, ahora que se veía en sus fachas –jean y camisa a cuadros- sentía no cuadraba con todo este escenario ante sus ojos... Bueno, si tiene que conseguirse un kimono solo para darle tutorías a ese niño, lo hará.

No sabía si morir de felicidad o no viendo al pequeño rubio de puntas rojizas hacer un ejercicio que le explico unos segundos atrás, cuando su madre le dijo que su trabajo sería ser tutora del hijo de sus jefes no le dio demasiada importancia a si tendría que enseñarle a un mocoso odioso o algo por el estilo, ella solo pensó en que se ajustaba a lo que necesitaba y lo mejor de todo es que tenía buena paga, lo que no paso por su cabeza era que terminaría siendo tutora de la criatura más adorable del sistema solar. Ya hasta lo apodo Solecito.

Ya tiene exactamente tres semanas en su trabajo y no ha tenido ningún problema, lo mejor de todo es que sus jefes no son amargados, lo que sí se ven son rectos y son muy formados académicamente pero son amigables así que esperaba hacer un buen trabajo. Desde el primer día que conoció al chico –tiene trece si no mal recuerda- la encandilo con tanta dulzura, es muy educado, dulce y tímido, la sigue tratando con muchísimo respeto a pesar de que le dice solo la llame por su nombre, lo bueno de todo es que se ganó un poco de su confianza así que ya conversa un poco más con ella y le cuenta cosas que suceden en su secundaria, ya sonríe más seguido y no anda tan tenso por sus lecciones.

¿Ya dijo adora al muchacho? Sí, quisiera un hermanito así de adorable.

Le pidió cinco minutos para ir por algo de merienda y ella lo dejo, ya es normal haga eso así que después de sonreírle él se perdió de su vista una vez cruzo las puertas corredizas, ella suspiro suave y se estiró con flojera para dar una pequeña caminata por la habitación, todavía le parece interesante todo se vea tan antiguo ¡Le encanta! Se alegra no tener que usar kimono, por un momento pensó debía usarlo pero le dijeron no se preocupara aunque igual no evita sentirse rara ella andando en short o jean y que el pequeño rubio ande en yukata... Abrió la otra puerta corrediza que daba al jardín y observo todo feliz, se quitó la cola que agarraba todo el cabello castaño enmarañado y rizado, ya no estaba haciendo calor así que podía dejarlo en libertad, aprovecho tomar su teléfono para hacer una llamada y terminar de cuadrar algo de un trabajo que deben entregar, tal vez tardo como cinco minutos o un poquito más, volvió adentro con el pensamiento de que quizás ya el varón había regresado pero no, bueno sí, bueno no, no estaba segura, reviso su teléfono para asegurarse que solo fueron unos minutos y regreso su mirada a quien estaba sentado a la mesa: mismos ojos, mismo cabello, mismas cejas ¿Diferencias? Éste tiene el cabello más largo y la intensidad con la que te observa quema más que el sol. Ahora sí se confundió. Pensó en qué decir pero en sí no sabía qué además de que esa mirada la estaba poniendo nerviosa, que él tampoco dijese nada no ayudaba.

La Tutora de SenjurōDonde viven las historias. Descúbrelo ahora