¡La aventura pokémon inicia!

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Un falso movimiento, un rose del pasado, tanta dulzura en esa mirada que conectaba con los ojos de nuestro protagonista, no sabía que ocurría, solo podría decir que de alguna manera le gustaba, mientras ella lo miraba, formaba una bella sonrisa en su rostro, tan irónico el momento, aun cuando realmente estaba ocurriendo, se sentía también como un sueño, no había materia despojada de su sentido onírico, lo único que fue real, fue el miedo, el dolor, la tristeza, la sorpresa y sobretodo, esa sensación de la que Flame no pudo escapar, ni cuando escapo de casa, aun cuando se perdió, aun cuando peores momentos llegaban, la incertidumbre no lo dejo, y luego el horror.

Flame abre sus ojos, parece molesto de hacerlo, el día ha llegado, ni si quiera debía llegar, debía estar muerto antes de que suceda, pero seguía aquí, lo único que su mirada perdida vislumbraba era el techo, solo con verlo sabrías que es alguien rico, el piso reflejaba la luz de la ventana, parecía una mancha pura, era tan innatural. La incomodidad se hizo manifiesta en el una vez se sentó en su cama. El chico nunca parecía tener ganas de hacer nada y aun así, hoy parecía ser el peor día de todos y no es para menos, pues hoy, es el día en el que comienza su aventura pokémon, nadie lo tenía más presente que el, pero solo por que su padre, la sirvienta, la cocinera, el mayordomo, al parecer todos hablaban de esto, de como hoy, este día, por fin, por fin lo veremos retomar el valioso y legendario legado de su padre, justo como el, en la región de Vael en un pueblo llamado Sabel.

Flame estaba sentado frente a su mesa hermosamente tallada, su casa era una gran mansión, todo el lugar daba una sola sensación a ser más antigua de lo que realmente era, tenía tanto espacio y estaba tan impecable, que aun con la gente que vivía en este lugar, todo daba una sensación de soledad, pero para el ya era normal, alguna vez le molesto, pero ahora no piensa en ello, solo piensa en irse de este lugar lo más pronto posible, mientras espera a su padre, quien siempre esperaba que su hijo fuese más puntual que el, por eso mismo el tampoco se demoro en aparecer, no en este gran día, estaba feliz, pero ante todo su cara mostraba más bien orgullo, pero su voz mostraba disciplina.

Aun en este día la rutina se repite, los dos desayunando en silencio después de haberse saludado, ninguno levanta la mirada, hace tiempo que para Flame, el hecho de saludarle ya era incomodo, el vacío de la sala fue llenado con ansiedad, la incertidumbre se rompió con las palabras, no vale la pena describirlo, solo un hombre hablándole a un chico que daba respuestas cortas, lo único importante para Walter era que si su hijo iba a intentar algo, que lo haga bien, pero en realidad confiaba mucho en su propia sangre, confiaba en que no había manera de que pueda hacer quedar mal al apellido Mitchell, no entendía a Flame, pero creía hacerlo.

Cuando era pequeño Flame imaginaba este día, la Profesora Ako le daría su primer pokémon en un día maravilloso y soleado, este día no era soleado, ni si quiera llovía, solo era un día normal más, sin importar si había un sol, o si nevaba, nada de eso haría que para flame este sea un día especial.

Paso por la casa de su amigo de la infancia, paso por las casas de los ancianos, pero ni si quiera estuvo cerca de dirigirse al centro de investigación de Ako, muchos ancianos lo vieron y pensaron que era normal que siendo hijo de alguien tan estricto sea tan puntual, los otros chicos estaban emocionados, hablaban con sus padres de todo lo que pensaban hacer, muchos se sentían intimidados por Flame, otros sentían la necesidad de retarlo, todos estaban seguros, ellos definitivamente eran el futuro campeón de su región.

En el momento en el que ellos estaban despidiéndose, dirigiéndose a la puerta de sus casas, Flame se dirigía a la hierba alta, es muy peligroso sin  un pokémon, es eso lo que siempre se escucha, un anciano lo gritaba mientras intentaba acercarse, a Flame no pudo importarle menos, entro sin problema, pudo haber pisado la cola de un ratata, esas ratas son muy pequeñas, pero parecerían tener una cabeza de hierro, sin embargo, probablemente solo piso uno que otro cadáver, los pokémones de estas zonas tampoco son tan fuertes, hay tanta gente entrenando que la mayoría están heridos, los pokemones son inteligentes, por lo que muchas veces se atraviesan en el camino de un entrenador novato con la única intención de ser capturados y luego recibir atención medica.

Flame solo camino sin importarle nada, y se adentro en el bosque, un lugar  en lleno de árboles en el que la luz apenas se puede filtrar la luz, nadie sabe que tipos de pokémon podrían haber en ese lugar, todo es tan incierto, Flame solo se sentó al lado de un árbol, se veía muy tranquilo, pero estaba lleno de resentimiento, había convivido con el mucho tiempo y ya había explotado antes, se decía a si mismo que venía a este lugar para estar en paz, pero ¿por qué tan adentro del bosque? lo suficientemente lejos como para que nadie pueda escucharlo, lo suficiente como para encontrarse con un pokémon salvaje. La verdad es que en ese momento si sintió tranquilidad, mucha más de la normal, solo observaba aquellos hilos de luz que salían a través de las hojas, algo en su pecho le hacia sentir que todo estaba mal, algo desgarraba dentro de si, lo llenaba la inquietud, todo estaba mal y el no hacía nada, solo espero y espero.

Entonces abrió los ojos, se había dormido, pero no había tenido la suerte de ser asesinado, eso a pesar de lo normal que es ver pokémones comiéndose a otros, la mayoría comen bayas, pero cuando estas escasean, a veces no hay opción, aunque hay muchos que simplemente disfrutan escuchar el chillido de otro pokémon. Por un momento vio a su alrededor y sintió una pequeña emoción, su rostro no lo mostraba, estaba obsesionado con mostrarle al mundo su disgusto. Ya que no ocurrió nada pero era obvio que tendría que hacerlo por el mismo, aunque por ultima vez, tal vez podría jugar con algún pokémon, disfrutar de la naturaleza como cuando era niño, cuando todo estaba bien, solo el caminar se sentía bien, el saber que iba a morir lo hacia aun mejor, habían todo tipos de pokémon, pequeños nidorans y aun más pequeños ratatas, caterpies, odish, los miraba como su ultima vez, y a su vez como cuando era un niño pequeño.

Flame trago un poco de saliba - ¿por qué?-dijo mientras sujetaba su pecho como si le doliese, pudo haber soltado una lagrima si no fuera por que en aquel momento pudo ver como una bandada de pidgeots volaban, ni si quiera lo pensó y corría tras de ellos como cuando era un niño, el viento soplaba por su cara, si el mismo pudiese verse en ese momento, diría que se veía patético, más que todo por que se despreciaba a si mismo, pero nada de eso importo, por que corrió muy lejos, sin importar a donde, sin importar que pudiese tropezar por no prestar atención, nada existía además de este momento, hasta que se escucho algo caer.

Flame salio de aquel especie de trance solo para dar la vuelta y ver lo que había atrás, ¿no les dije que para Flame el clima no importaba, este día sería horrible de todas formas?, es gracioso por que las cosas no van como esperamos, el sol había salido, lo sabíamos por que la luz se pegaba como fuertes retazos en el suelo, era como si se hubiese formado una pintura, es probable que el éxtasis del momento lo haya llevado a exagerar el sentimiento, aunque es más probable que haya sido el pasado de Flame lo que hizo de este un momento especial, ya que sobre todo, sus ojos no podían moverse el centro de su hermosa pintura, pues lo que había, era un gardevoir.

Pokemon: BiIlis negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora