I Soneto

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Vertiente acaudalada del sil cráneo,

en tu pómulo, correntera hirviente,

ciega mi pena la brama ferviente,

que arde en tu mísero torso foráneo,


agrias súplicas de bien momentáneo,

embriagado en brea incansable ardiente,

retumbando el tono en mi ser hiriente,

ruega arrancarte el bálsamo cutáneo,


y estos pantanos que ululan su voz,

oprimiendo a los rendidos al suelo,

obedientes al agobio de su hoz,


en los filos de estos, tus ojos hielo,

usurpados en gran crimen atroz,

arrebatando nuestra sangre en duelo.

Yo, DiábolosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora