I Lira a la que ama a Dios

2 0 0
                                    


Proclámate durmiente,

pues de mansa oponente a amante fiera,

ni viento de poniente,

ni brisa costanera,

podrá separarte de mi quimera


Yo, cederé gustoso

si se me inclinase al bendito tacto,

aquel primer esbozo

que condene "ipso facto"

mi obra y mandamiento como gran pacto,


Y aniquile sin ruego

en la fiesta galante con firmeza,

festivo, a veces ciego,

el juicio y la razón

impasible que embriaga tu pureza,


Si ella, mi ama y señora,

encontrase los velos de la muerte

y derramara ahora

su sangre, estatua inerte,

me rasgaré el pecho y uniré mi suerte,


Más aún mi dicha amarga,

soportar no podrá la angustia plena,

el odio se descarga

y se inyecta en mi vena,

clava tu púa, reina mi colmena,


Anida en mí, beldad,

mi sien es tierra sagrada y materna,

¡Oh mi gran vanidad!

¡Oh crisálida eterna!

destapa mi vientre, semilla tierna.     

Yo, DiábolosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora