único

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Cabello castaño oscuro como un chocolate amargo, ojos pequeños haciéndolo recordar a un tierno gatito, piel blanca como porcelana, sin imperfecciones y a la vista muy suave, ¡Oh!, ¿Y cómo olvidar esas piernas? Son tan delgadas, como las de una chica, ¡Por satán!, ¿Puede siquiera existir alguien así de hermoso y perfecto?

Obviamente no.

Nuestro querido y coqueto pelinegro mantenía su mirada en aquel desconocido, maravillandose y sorprendiéndose cada vez más por tan perfecto chico. Aunque, lastimosamente, tenía que  irse, pues solo había acompañado a su preciada hermana con las compras de la semana y ésta había terminado de pagar.

Pero...son desconocidos, no había posibilidad alguna de volver a encontrarse, y si así fuera, no lo recordaría de seguro. Así que no tenía nada que perder, le podría gritar un piropo de los que le enseño su mejor amigo.

¡Hey lindo!– gritó asegurándose de que no sea visto–¡Lindas piernas, ¿Cuándo abren?–después de eso su instinto le dijo "¡Corre, y no pares de correr que te matan, pendejo!" Así que haciéndole caso a su "Ángel guardián" salió corriendo antes de que el bonito chico volteara

–¡Pervertido!–logró escuchar al momento de cruzar la puerta eléctrica; soltó un gran suspiro y fue en la búsqueda de su hermana, pues de seguro ya lo habría olvidado.

El castaño volteó con su puño listo para golpear a quien se atrevió a gritarle tal barbaridad, ¿Quién se creía? Ósea, su cuerpo era una reliquia, un monumento que no podría ser elogiado en tan vulgar forma. Pero al mirar a su alrededor se llevó una sorpresa, pues no había nadie sospechoso, solo personas normales haciendo cosas normales.
Escuchó una risa tras él haciéndolo soltar un bufido

–¿De qué te ríes, estúpido enano?–preguntó viendo al rubio con el ceño fruncido. Éste lo miro indignado y después le pegó en el hombro con mínima fuerza

–A ver, estúpida puta de alcantarilla, ¿Acaso olvidas que solo me ganas por un centímetro?–preguntó con sus manos en la cintura, el contrario puso los ojos en blanco

–¿Cómo crees que solo un centímetro si ni me llegas a los talones?– preguntó con una expresión de burla en su rostro.
Pero no esperaba ese golpe por parte del más bajito, sin duda el dicho era cierto, "chiquito pero peligroso" él también era un ejemplo.

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–Hyung, ¿Me podrías pasar el cereal?– preguntó el menor hacia su amigo pelinegro, el cual disfrutaba de su yogurt.

–Kook, tu estás más cerca.– dijo tomando algo de su yogurt mientras miraba como el menor se cruzaba de brazos y lo miraba con un enorme puchero

–Si, pero me duele el cuerpo por hacer ejercicio, y no alcanzo el cereal.– frunció el ceño al decir aquello mientras el mayor se acercaba con una sonrisa burlona.

–Eres un dramático, ¿Sabías, kook?–rio Hoseok. Por otro lado, el menor no dijo nada más que volver a señalar la caja de cereal arriba del refrigerador.

El pelinegro rodó los ojos acercándose un poco para poder alcanzar el bendito cereal. Estiró su brazo tomando la caja y posteriormente dársela al mayor.

–Gracias, hyung–murmuró tomando la caja entre sus pálidas manos. El mayor solo sonrió

–De nada, Soraya–sonrió burlón el pelinegro. El menor estaba apunto de reprochar, pero fue interrumpido por el sonido de la puerta principal siendo abierta.

¡Lindas piernas, ¿Cuándo abren?!- ADAPTACIÓN HOPEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora