He escuchado esta historia de parte de mi abuelo unas buenas 100 veces y aún así, no deja de sorprenderme. ¿Acaso será en primer lugar su tremenda elocuencia? El hombre es un verdadero orador y tanto yo como mi hermanita caemos rendidos a sus cuentos de buenas noches y buenos días. Procedo entonces a contarla aquí, deseoso de que puedan disfrutarla tanto como yo lo he hecho estos últimos 15 años, es una maravilla. Total maravilla.
Krovag, así lo llamaron en honor a su padre, quien recibió el legado de su propio padre y su abuelo. En los tiempos antiguos, el honor a tu legado era tan primordial, que fácil podría llamarse un principio básico. Las guerras eran sangrientas, crudas y despiadadas, pero el respeto no solo se lo llevaban aquellos que volvían a casa después de haber entregado su vida por defender sus tierras, sino también todos y cada uno de los caídos, tanto aliados como enemigos y cuando su progenitor y modelo a seguir murió a causa de una lluvia de flechas enemigas, el joven de apenas 17 años sabía que debía honrarlo con esplendidez por medio de las artes guerreras de su tribu. Se tatuó el número 4 en el lado izquierdo de su cuello en referencia a su escalón generacional, costumbre típica en la era antigua. Comenzó a vestir la armadura de su padre durante aquellas interminables contiendas y le entregó su espada a los ancianos patriarcas, mismo que la llevaron al monte Proggok, el más alto de toda la zona, solo tenía una ruta segura y esta era bloqueada día y noche por los mismo, solo tenían acceso los sabios débiles en cuerpo, mas fuertes en alma. En lugar de ese camino, cualquier joven guerrero que quisiera portar el honor de su familia, debería escalar por las empinadas cuestas rocosas que lo rodeaban. Así lo hizo Krovag. Pero no fue para nada sencillo.
El monte Proggok no solo es el favorito de los patriarcas por sus dificultad a la hora de escalar, ni tampoco por que sea el punto de comunicación entre este mundo terrenal y el celestial, sino que también es donde habitan miles de almas pertenecientes a hombres y mujeres que fueron desterrados, fuera por traición como por desertar a la guerra y estas almas, que clamaban por un descanso digno, tenían la encomienda por parte de los hechiceros del pueblo, de detener a como diera lugar el avance de los novatos. Podían aventarles rocas, gritarles por las noches mientras buscaban descanso, humillarlos para doblegar su espíritu luchador, mas bajo ninguna circunstancia tenían permitido tocar a quienes se encontraban subiendo la cuesta, pues el cuerpo de un guerrero era considerado como un regalo al pueblo por parte de Tekna, la Diosa de la guerra y los ríos de agua dulce y ella aborrecía a la muerte por haberle quitado en el pasado a su esposo, un sembrador del cual ella había caído perdidamente enamorada por la manera en la que le agradecia, mañana y tarde por el agua que le proveía para su sembradío, ella bajó a la tierra en forma de una hermosa humana, de cálidos ojos miel y una cabellera castaña y prominente, que sacudía con los vientos otoñales, para seducir a su ahora esposo, más una noche, por haber trabajado hasta muy entrada la tarde de invierno, este cayó enfermo y por mas que ella rezó a la muerte para que le otorgara una segunda vida a su marido, ésta se lo llevó sin dudar un segundo. Desde ese momento, Tekna juró que no permitiría que nada relacionado a la muerte estuviera en contacto con sus hijos guerreros, de lo contrario, caería una maldición sobre todo el mundo. Los patriarcas, conocedores de la amenaza, llenaban a los jóvenes aspirantes con ramas de olor y aceites para que ningún espíritu tuviera la oportunidad de tocarlos y Tekna, por su parte, les daba abundancia de peces y agua.
Krovag Subió el monte Proggok pero no fue para nada sencillo, sufrió mil penurias, perdió un ojo y por un momento estuvo a punto de colapsar más logró mantenerse cuerdo. Pero estas aventuras serán contadas en otro momento, por ahora es necesario contar que justo en la cima y con la espada de su padre envainada, recitó el himno de iniciación a los cuatro vientos y los 9 Dioses.
"Vivo por mi pueblo, porque soy mi pueblo.
Amo a mi familia, porque soy mi familia.
Honro a mi padre, porque soy mi padre.
Clamo por mis dioses, porque soy mis dioses.
Temo a mi enemigo, porque soy mi enemigo.
Todo mi corazón es entregado a Tekna
y mi sangre ahora es suya.
Si he de morir, moriré con el honor de un guerrero
Por qué de las cenizas de la guerra
resurgirá una nueva nación.
Y yo soy mi propia nación".
Entonces, bajó de regreso al pueblo, ya no era solo un novato aspirante a guerrero, ahora, estaba preparado para salir a defender sus tierras y su honor. Pero aún le quedaba una empresa a realizar antes de partir a nuevas aventuras. Dejar su propia descendencia.
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LAS CRÓNICAS DE UN GUERRERO OLVIDADO. KROVAG
FantasyGuerra, honor y familia. En los tiempos antiguos era todo lo que importaba. Krovag está a punto de embarcarse en una aventura nada envidiable con una finalidad. Rendir el tributo que la diosa Tekna.