La fiesta.

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Cenicienta no podía creer lo que estaba escuchando, ¿hada madrina?, cómo era eso posible si ella solo era una muchacha común y corriente. Por un lado se encontraba feliz pero por otro lado estaba curiosa de saber como la ayudaría aquella mujer.

¿Enserio eres mi hada madrina? Me puedes ayudar a tener un nuevo vestido para que pueda ir al baile. -- dijo cenicienta emocionada, tal vez aún tenía esperanza de ir.

La hada madrina tal cómo había dicho, ayudó a Cenicienta, le creo un nuevo vestido con su varita. Era hermoso, parecía que brillaba, estaba elegante y parecía hecho a su medida, la hará madrina igual le puso un nuevo maquillaje, haciendo que la belleza de Cenicienta reluciera aún más. Cenicienta no podía creer lo que veía, y por último, la hada madrina le hizo a la medida y especialmente para ellas unas hermosas zapatillas que parecían de cristal. Cenicienta no podía reconocerce.

Te ves hermosa, muchacha, hice un increíble trabajo contigo. Ahora ve ve, tienes que ir a aquel baile. -- dijo emocionada de lo hermosa que se veía Cenicienta.

Muchas gracias Hada Madrina, no se como podré pagarte, me has echo muy feliz. -- dijo emocionada, se veía como la princesa que debía ser desde un principio. Pero como podré llegar si no tengo como ir al castillo. --Dijo preocupada.

No te preocupes por eso, que para eso estoy yo aquí. -- y con un movimiento de varita la hada madrina creo un hermoso carruaje, con dos hermosos cabellos blancos. Súbete que llegarás tarde, rápido rápido, mucha suerte mi niña, te mereces toda esa felicidad que te arrebataron.

Muchísimas gracias, siempre se lo agradeceré. -- dijo Cenicienta.

Y con velocidad, los caballos empezaron a empujar el carruaje, la muchacha estaba emocionada, y después de unos minutos, Cenicienta pudo notar el castillo. Cuándo finalmente se detuvo, bajó con prisa y llegó a la entrada de este castillo.

Todos volteaban a verla, pues su belleza era deslumbrante, y nadie sabía quién era aquella dama.

Fue entonces cuando el príncipe notó a Cenicienta y Cenicienta notó al príncipe, ambos se fueron acercando y fue el príncipe quien habló:

Te vez hermosa cenicienta -- dijo el príncipe con una sonrisa.

Todos quedaron sorprendidos al oír al príncipe pues no pensaron que aquel conociera a Cenicienta y tampoco creían que aquella muchacha sería Cenicienta.

Tu eres el príncipe, por eso insistía en que debía venir. -- Cenicienta pudo comprender todo con facilidad. 

Tenía que hacer que vinieras y vieras quién realmente soy, y decirte que estoy enamorado de ti. -- cenicienta no podía creer lo que escuchaba.  Aceptas bailar conmigo. -- dijo el príncipe entendiendo la mano y haciendo una reverencia.

Cenicienta le dio la mano y dijo Será todo un placer.

Y empezaron a bailar, parecía que sus manos habían sido creadas para estar juntos y sus cuerpos se complementaban, bailando de manera increíble, se veían a los ojos. Cuando por fin terminaron, todo el público aplaudió. Entonces Cenicienta dijo:

También estoy enamorada de ti. -- Y eso bastó para saber que el príncipe ya había encontrado a la mujer indicada.

Ya no importaban sus malvadas hermanastras, ni su madrastra. Sólo era el príncipe y ella amandose.

Y todo parecía estar bien ahora.

Fin.

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