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DOKI iba cada tarde sin falta a aquel árbol de mango en una colina cerca de su casa, disfrutaba de sentarse y sentir la brisa que en su pasar le decía "todos somos necesarios". Veía a los árboles, loros, flores e incluso sapos brindar por la colina, conviviendo con el medio ambiente. Doki amaba eso.
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Como cualquier tarde ahí iba él, directo a su lugar favorito. "El árbol", todo parecía igual, pero al llegar al árbol la vio, aquella chica de cabello rubio, con un vestido de blanco con un pequeño estampado de huesos es la tela, tenía sus ojos cerrados, parecía disfrutar la brisa que corría. Algo se le paró a Doki y no fue precisamente el corazón.
"Guau" pensó admirando a aquella chica unos segundos más, se acercó a ella, sin embargo Doki era un cobarde para muchas cosas, si se trataba de viajar por el mundo nada le preocupaba, pero cuando se trataba de chicas "patas para qué las quiero".
Fue de regreso a su casa, tratando de no hacer ruido y fallando en el intento tras pisar una rama, aquello llamó la atención de la chica, Doki no se giró a verla, volvió a su casa con su imagen en la mente, la imagen de la chica del árbol.
