—Capitulo 2—

1 Septembre 1948
Louis y yo nos encontrábamos de camino al aula después de haber dejado nuestras pertenencias en nuestras respectivas habitaciones acompañados por el señor Chabert, justamente era el mismo hombre que vi antes propinandole un golpe al chico llamado Leclerc.
El camino fue silencioso, solo hablaba Chabert de vez en cuando para señalar alguno de los sitios por los que pasábamos y explicarnos algunas normas del centro.
Llegamos al aula y el hombre abrió la puerta y se hizo a un lado para que pudiéramos pasar y cerró la puerta después de entrar todos. Se acercó a un señor que estaba de pie delante del escritorio. -Señor Regent, estos son los hermanos Gravois, acaban de llegar.
Por lo visto, el señor Regent era el encargado de vigilar a los alumnos en todo momento, hasta por las noches, si había algún problema era a él a quien debíamos acudir. También se encargaba de que hicieramos nuestros deberes, que nos fuéramos temprano a la cama y de que nos levantasemos a la hora debida.
Tenía mi brazo entrelazado con el de mi hermano y agarraba con fuerza su antebrazo por los nervios, de hecho él tuvo que pellizcarme con su mano libre para que dejase de hacerle daño.
Todos nos observaban y me fijé en que ninguno de los asientos vacíos que había estaban juntos, lo que significaba que me iba a tener que sentar separada de mi hermano.
—Señor Gravois, siéntese ahí, al fondo.
Louis se quedó quieto donde estaba. —¿Y qué hay de mi hermana?
—Ella puede sentarse en tercera fila, al lado de Pépinot, ese niño de ahí— señaló a un pequeño de unos 7 u 8 años
-Erika y Louis Gravois, ¿no? Os llamaré por los nombres para diferenciaros cuando os llame, Erika siéntate delante en la esquina del centro, al lado de Pépinot, el pequeño de ahí delante y tú Louis en la esquina del centro que hay libre al fondo- Miré con algo de pánico a Louis, no podían separarme de él, era la única persona en la que podía confiar en estos momentos y posiblemente sea la única en la que confíe durante el tiempo en le que estemos aquí.
Resentida solté un suspiro y respiré profundamente para tranquilizarme, intenté mirar lo positivo de estar sentada ahí, el niño con el que estaría sentada al lado se veía muy lindo, bueno e inocente, lucía como si fuera el niño más cariñoso y amable que fueras a encontrarte en toda tu vida, además de que si estaba sentada delante me obligaría a atender más en las clases, supongo que por eso Louis está sentado detrás, él es muy inteligente y le gusta estudiar y aprender todo tipo de cosas, a mí sólo me gusta la danza, también un poco la historia y la literatura ya que veo que están de alguna forma ligadas a ella.
Justo detrás de donde me iba a sentar había un niño con aspecto de un ángel caído, ojos celestes como el cielo, piel blanca como la porcelana y pelo rubio como el oro. Ciertamente parecía todo un niño bueno de mamá, si fuera así, ¿por qué estaría metido en este antro de pecado?
Mi hermano me dio un apretón con su mano para luego soltarla y comenzar a caminar hacia su asiento asignado, pocos segundos después reaccioné y comencé a caminar lentamente a mi pupitre. Me senté en la silla, estaba muy erguida y estirada de forma rígida al sentir los ojos de todos puestos en mí, ahora sí que desearía ser invisible.
Miré de reojo al niño pequeño sentado a mi lado y vi a este mirándome fijamente, tenía una cara tan dulce e inocente que no pude evitar girar mi cara para verlo bien y darle una divertida sonrisa, la cual él contestó con una sonrisa muy tímida y volví a mirar al frente.
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~Cerf Volant~ {Pierre Morhange}
FanfictionErika Gravois, vivió felizmente con su familia los dos primeros años de su vida, hasta que en España, en 1936 comenzó una guerra civil, la cual terminó tres años más tarde en 1939 con la derrota de los comunistas, dando lugar a un régimen fascista e...