Escápate conmigo

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Valentina volteó los ojos e hizo una mueca al mismo tiempo que tomaba su taza de café con leche y la llevaba a su boca para darle un sorbo.  "Ni siquiera con leche me gusta esta cosa."

Juliana le sonrió. "Ya sé, me sorprendí de que pidieras café."

Valentina hizo un puchero. "Eva y Lucho siempre me están diciendo que necesito empezar a actuar más como una señora ahora que me voy a casar, las señoras toman café, ¿no?"

Juliana encogió los hombros. "Ni idea, dudo algún día convertirme en señora."

"Mejor," Respondió Valentina. "Así nos escapamos juntas." Bromeó como tantas veces antes lo había hecho.

Valentina y Juliana habían sido amigas desde siempre, desde el primer momento en que habían cruzado miradas, desde la primera palabra que se dijeron, desde el primer intercambio de energía que habían tenido. La compatibilidad, conexión, química o como sea que la gente quisiera llamarlo entre ellas era demasiado fuerte.

Habían crecido juntas y el amor que sentían por la otra era infinito, interminable.

En más de una ocasión habían hablado sobre escapar a algún país lejano y pasar el resto de sus vidas juntas.

Ese era el sueño más grande de ambas. Y solían bromear con que lo harían, aunque en el fondo ambas desearan que no fuera solo una broma.

Escapar juntas era un anhelo. El problema de los anhelos es que no son algo concreto, no son planes, ni metas. Simple y sencillamente son sueños, deseos.

Las bromas de escaparse juntas eran comunes y hasta hace unas semanas las dos las tomaban a la ligera, con tanta naturalidad como cualquier otra broma o comentario entre ellas.

Sin embargo, desde la noche en que Juliana recibió la llamada de Valentina y escuchó de sus labios que estaba comprometida con Lucho, esa broma dejó de ser algo divertido.

Ahora se había convertido en un recordatorio de todo lo que pudo haber sido y no será.

Juliana intentó sonreirle pero salió más como una mueca extraña. Dirigió su vista hacia otro lado, atormentándose con esa imagen que tanto deseaba poder borrar de su mente, de ese idea de cómo sería todo si no fuera solo una broma. Cómo sería si en verdad pudiera escapar con ella.

Después de más de quince años de amistad y de saberse completamente enamorada de la oji-azul, cada día le resultaba muchísimo más difícil y doloroso aceptar que en poco tiempo la vería caminando al altar para unir su vida a la de una persona que no fuera ella.

Si tan solo en algún momento se hubiera atrevido a decirle algo, si le hubiera hecho más caso a su corazón que a la razón.... Si tan solo le hubiera dicho un: "Sí, me quiero escapar contigo, morrita."

Pero nunca lo había hecho. Así que ahora no tenía caso seguir pensando en la interminable lista de hubieras.

Suspiró tratando de eliminar esos pensamientos y regresó la vista a la pequeña caja de color rosa que Valentina le había dado minutos atrás. "¿Qué es esto?"

"Lo más teto que verás hoy. Créeme que no fue mi idea." Dijo la rubia.

Juliana abrió la caja para ver el contenido y leyó la tarjeta que estaba justo al centro: "¿Quieres ser mi dama de honor?" Se mordió el labio inferior mientras releía el mensaje antes de levantar la mirada y dedicarle una media sonrisa a su mejor amiga. "Sabes que sí, Val."

Valentina se quedó mirandola en silencio. Imaginando cómo sería si la pregunta fuera un poco distinta, si en lugar de pedirle que fuera su dama de honor, pudiera pedirle que fuera su novia... y tal vez, en un futuro, que fuera su es-.

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2020 ⏰

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