Capítulo 1 (Parte 1)

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Parte 1

 "Otra sintonia de amor..."

Saúl despertó entumecido de frío, miró la hora en la pantalla de su Samsung Galaxy SIII y vio que apenas eran las 3:26 am. Se puso de pie, llevaba semanas durmiendo en un colchón, el cual cada noche disponía a los pies de su vieja cama matrimonial, donde ahora dormían su esposa y los gemelos, les dio una mirada y envidió verles tan cómodos allí, debajo de tantas mantas.Caminó hacia la habitación de los niños y con colchas de ambas camas, armó una sola, se acostó, pero ya no podía conciliar el sueño así de fácil, miraba el techo y entonces, como otras veces en los últimos tres años, deseó a su esposa y es que el reconfortante calor recientemente adquirido por su cuerpo, se le hacía propicio para tener el cuerpo desnudo de la mujer que amaba junto al suyo.

-Psss, psss- Llamaba casi de rodillas junto a la cama, pero Andrea no despertaba, apenas si reaccionaba. Entonces coló una mano por debajo de las colchas y comenzó a acariciar su pierna, acercándose lentamente al cuello de su esposa, para despertarla con un beso; fue entonces que ella abrió los ojos sobresaltada y desconcertada de verle tan cerca.

-¡¡¡¿¿Qué haces??!!!- Preguntó molesta y al verla tan despeinada, frunciendo el ceño y con ojos hinchados, el deseo de Saúl cedió lugar al fastidio; pues desde luego él no esperaba esa reacción

-¿No quieres que vayamos a la habitación de los niños? Ya preparé todo- Le dijo en un susurro y ella le miró como tratando de asimilar todo. Estaba cansada, sus días arrancaban a las 6 am., trabajaba, luego hacía de mujer de hogar y siendo madre de dos gemelos de tres años, sus energías acababan agotadas.

-Mañana, en serio- Le prometió como ya venía haciéndolo desde hacía poco o mucho más de dos años. -¿No te enojas, verdad? - Preguntó con voz adormilada.

-No, está bien, mira la hora que es. Que descanses mi cielo.- Le dijo con ternura, besando su frente, ella sonrió y también le deseó un dulce sueño, aunque realmente se sentía molesto por acumular un nuevo rechazo de su esposa.

Se acostó y nuevamente clavó su mirada en el techo, en aquella lámpara de avión que colgaba sobre él, cuyo foco estaba apagado. Por un segundo pensó en la posibilidad de que Andrea tuviera un amante...

¿Acaso era eso posible?

Bueno, no hacía mucho había escuchado que uno de los guardias de seguridad del edificio en el cual vivían, se había divorciado justamente por algo así.

¡¿No, pero qué demonios estaba pensando?! Andrea sería incapaz de hacerle algo así, además vivía de la casa a la guardería y de allí al trabajo, su itinerario diario era un triángulo, pero entonces ¿qué diablos le pasaba?

Hacia unos años que incluso parecía no necesitar del sexo, nada de nada.. 

De vez en mes, ella al pasar junto a él, le tocaba el miembro y se le insinuaba, pero jamás pasaba de eso y horas después, en lugar de estar penetrando a su esposa, Saúl se encontraba en el baño, con piernas temblorosas, masturbándose una vez más.

¿Por qué el histeriqueo? - Preguntaba para sí mismo - Era algo que Saúl no conseguía entender. Tampoco era que no se lo preguntara a su esposa, pero los gemelos parecían tener un radar para detectar esas conversaciones en susurros cuando creían tener un espacio para ellos y entonces se aparecían, por separados o juntos, como esos dos gatos siameses de una vieja película de Disney.

Se levantó, se fue al baño y en el buscador de su teléfono celular estaba por iniciar la búsqueda de contenido pornográfico que le ayude a la tarea. Pero entonces un pequeño tintineo desvió su atención y en la pantalla del Samsung Galaxy SIII, figuraba un nuevo alerta de Messenger.

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