Era un día lluvioso cuando pasó. Cuando me desperté fui directamente al baño y a prepararme para ir al trabajo. Cuando fui a vestirme noté que ago raro, el pijama de Sam, mi novia, no estaba en su sitio. Lo pasé por alto, suponiendo que lo había echado a lavar o lo había puesto en otro sitio, así que no me preocupé mucho por ello. Normalmente Sam sale de casa antes que yo, y cuando despierto ella ya se ha ido a su trabajo en la tienda. Ese día también advertí que no me había dado un beso antes de irse pero pensé que se le habría olvidado con las prisas o que yo estaba profundamente dormida y no lo noté. No sé, pasé por alto todas las señales. Toda su ropa estaba en su sitio. así que era imposible que me hubiera dejado, y tampoco era probable, ya que nuestra relación iba viento en popa.
Por eso me fui tranquilamente al restaurante en el que trabajo. Ese día no hubo mucha gente, por lo que el jefe me dejó marcharme antes. Me había dejado el paraguas en casa, así que cuando llegué a casa estaba empapada. Me quité los zapatos en la entrada para no llenar todo el piso de barro y fui a cambiarme de ropa. Eran las 3 de la tarde y el turno de Sam terminaba a las 4. Como sé que no le gusta llevarse la comida al trabajo y no come hasta que llega a casa, me puse a prepararle la comida. Saqué todos los ingredientes del Risotto de pollo, mi especialidad y su comida favorita. A las 3:30, cuando me dispuse a empezar con la receta, sonó el timbre. "Será Sam,"-pensé-"le habrán dejado salir antes del trabajo, igual que a mí." Fui corriendo hacia la puerta y la abrí. Pero allí no había nadie. Miré a los dos lados para ver si podía pillar a los críos que habían gastado la bromita. Como no vi a nadie me dispuse a cerrar la puerta pero justo antes capté con el rabillo del ojo la esquina de una hoja que sobresalía de debajo del felpudo. La saqué de allí, la desdoblé y leí la frase que estaba escrita en letras mayusculas. "¿NI SIQUIERA TE PREOCUPAS POR ELLA? ¿NO QUIERES SABER DÓNDE ESTÁ?".
Fue entonces cuando uní todas las señales, cuando me di cuenta de lo que pasaba. Ella no estaba en el trabajo, no iba a venir, no ibamos a comer juntas el risotto, no iba a darme un beso al entrar por la puerta ni iba a decirme ese "Hola, preciosa" que me decía todos los días y que tanto me gustaba. Había desaparecido.