Parte 1

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A pesar de ser viernes por la noche la cena había sido ligera constituida principalmente por un par de onigiris a petición, o más bien capricho, de Akaashi.

Habían conversado sobre temas intrascendentes pertenecientes a la rutina de cada uno, como una obra atrasada que estaba metiendo en problemas a la sección de edición en la cual trabajaba Akaashi y por lo cual se extendió un buen trecho del tiempo hablando sobre la corresponsabilidad del equipo y el autor, por su parte, Bokuto se enfrascó en comentarle el desafortunado incidente de Hinata estrellándose contra la red en medio de un entrenamiento, añadiendo incluso los efectos de sonidos e imitando las voces de sus compañeros, énfasis en el protagonista. Al final de la cena ambos dejaron sus cubiertos sobre los platos vacíos y divagaron un poco más sobre sus rollos cotidianos. La mayoría de las veces sus cenas se trataban de un momento distendido y simple, a pesar de llegar a su hogar cansados tras un día lleno de actividades propias del inevitable mundo adulto, ese pequeño instante a solas sin pensar en nada y simplemente escuchando al otro les parecía realmente ameno y especial.

De pronto se hizo el silencio entre ambos. Akaashi apoyó los codos en la mesa, a ambos lados de su platillo vacío, y entrecruzó los dedos de ambas manos formando así una superficie en la cual posicionó su barbilla, una sonrisa pequeña pintó sus labios mientras desplegaba toda su atención al hombre sentado frente a él. Su sonrisa se acentuó cuando sus ojos se encontraron con el ámbar frente a los suyos, segundos después sentía unas leves pero consistentes vibraciones propagarse por la madera de la mesa y subir por sus codos, Bokuto estaba nervioso golpeteando incesantemente la superficie del mueble con los dedos, a Keiji le pareció muy tierno que aún después de compartir un par de años juntos los nervios lo atacaran cuando lo miraba fijamente, como en ese instante.

-Vaya.- Murmuró el hombre de cabellos desordenados mientras se pasaba la mano izquierda por el rostro y luego por su cabeza, apartando momentáneamente la mirada hacia el costado, olvidando así el repiqueteo nervioso de sus dedos contra la mesa. Akaashi lo observó aún sonriente, sin quitar un solo milímetro a la curvatura de sus labios. Tras unos segundos de lo que parecía ser una búsqueda de palabras dentro de la cabeza de Kōtarō, expresada con elocuencia en las gesticulaciones de su rostro, replicó – Han pasado todos estos años y aún siento que me sudan las manos cuando me miras así y, bueno – Hizo una pausa mientras soltaba una risita nasal y buscaba nuevamente la mirada de Keiji - incluso en este instante, tan pequeño, no puedo dejar de pensar que eres realmente hermoso.

Akaashi parpadeó rápidamente varias veces, esta vez era su turno de desviar momentáneamente la mirada, un sonroso se posó en sus mejillas. También para él había momentos en los que el antiguo as de Fukurodani lo tomaba por sorpresa y florecían en él nervios adolescentes. Apartó la barbilla de sus manos al tiempo que desenlazaba los dedos de éstas.

-Bueno, gracias. También tú me pareces muy guapo, Kōtarō.

Ambos se mantuvieron en silencio con un intercambio de sonrisitas y mejillas pintadas de rosa. Un carraspeo por parte de Bokuto rompió el silencio.

-Bien, hoy tomaré mi turno para lavar la loza.

Tras aquella afirmación el joven de cabellos despeinados se levantó enérgicamente reuniendo los platillos y cubiertos vacíos para en un par de zancadas plantarse frente al lavaplatos y dejar correr un chorro de agua, comenzando así su labor.

Akaashi, como muchas veces, había presenciado estas acciones demasiado rápido como para que su cabeza pudiera procesarlo. Lanzó un suspiro, al mismo tiempo elevando los brazos todo lo que pudo, sus músculos cansados se tensaron con la elevación y arrastraron consigo las vértebras de su espalda, él sólo disfrutó del estiramiento de su columna mientras volvía a bajar sus brazos. Tras esa pequeña elongación logró desperezarse un poco y ésta vez, su cuerpo y mente lograron al fin asimilar que Bokuto se había levantado cual rayo a hacerse cargo de la loza sucia, sólo esperaba que no hubieran platos quebrados de por medio. Sacudió la cabeza de lado a lado y, una vez más, una sonrisita adornó su rostro. Posó la mirada en el hombre estaba frente al fregadero. Comenzó a escanearlo lentamente. Primero sus cabellos puntiagudos, despeinados, rebeldes, apuntando en todas direcciones, pensó en lo increíble que resultaba que su peinado combinara tan perfectamente con su elocuente personalidad. Dejó que sus ojos continuaran deslizándose desde los cabellos en punta hasta los cabellos que nacían en su nuca, y se permitió reposar un momento allí, observando cómo mechones de cabello grises en distintas tonalidades contrastaban con la piel de aquella zona, alguno eran pequeñitos y cortos, y se encontraban allí adhiriéndose a ella con la misma rebeldía que el resto de los cabellos, esperando a que algún dedo travieso se deslizara por allí interrumpiendo su descanso.

A normal friday nightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora