El día anterior había sido muy movido, había tenido que ir a trabajar con el padre de Manuel, luego fue a ayudar a su papá con el taller, y luego a casa de su novio, como si nada, con el corazón prácticamente en la boca, pero como si nada.
Lo único bueno de todo ésto era que tenía la moto al fin en sus manos, después de haber ahorrado varias semanas específicamente para eso. Porque ahora no podía ahorrar tanto, no era tan fácil, con su hermanito en casa y durmiendo aún en su habitación, con todo lo que hubo que comprarle y el teje y maneje de recuperar algunas de sus cosas más importantes... sinceramente, la plata mueve montañas. O por lo menos, las suyas.
Se había despertado cansado, el día anterior le pesaba en la espalda aún, pero era algo a lo que se estaba acostumbrando. Ni siquiera chistaba cuando tenía que levantarse y alejarse del calor familiar de su hermano para desayunar algo a las corridas y llegar a tiempo a su trabajo de 8 horas seguidas.
La verdad, era un buen trabajo, más allá del sueldo que era demasiado bueno para él, sus compañeros de trabajo eran amistosos, y si no lo eran, por lo menos eran amables. Su jefe y suegro era bastante justo, les pagaba bien y los trataba de la mejor manera, así que no se quejaba para nada.
Pero eso era apenas el comienzo de su día, porque después iba directo a ayudar a su papá en el taller, y las veces más afortunadas, se quedaba a jugar con su hermanito en la casa. Eran pocas esas veces, por lo general el menor estaba en la escuela y él seguía trabajando con su padre, pero cuando se podía, disfrutaba los momentos con Emi.
Hoy específicamente era uno de esos días agotadores en los que salía de un trabajo para entrar en otro y terminar durmiendo a las 10 de la noche casi sobre la mesa. Uno de esos días en los que no pasaba nada de tiempo con su novio y eso sólo le producía culpa. Aunque a esa altura todo le daba culpa, trabajar, no trabajar, pasar tiempo con su hermano, pasar tiempo con su novio; ya no sabía cómo manejar lo que sentía.
Lo único que sabía era que tenía que trabajar para poder de una buena vez cubrir los gastos del auto que hace meses había amanecido violentado. Había pasado mucho tiempo y ellos apenas estaban pagando los repuestos. El dueño del auto empezaba a impacientarse y sinceramente ellos también. Estaba en juego la clientela en general. Cuando algo así pasaba lo mejor era cubrir los gastos, entonces de boca en boca ellos recibirían más clientes, o por lo menos los de ahora tendrían más confianza en ellos.
No sabía porqué se ponía al hombro todo eso, estaba usando incluso su dinero ganado honradamente en los repuestos. El dinero que no ganaba realmente también era usado para eso. Estaba haciendo todo lo que podía, hasta lo imposible para lograr una estabilidad económica, pero seguía sin dar resultados.
Se estaba esforzando hasta un punto donde el cansancio era más fuerte que cualquier otra cosa, y no sólo el cansancio físico, sino mentalmente hablando. Estaba harto de dar lo mejor y que no sea suficiente.
Tenía esa sensación en todos los aspectos de su vida. Le pasaba tanto en lo laboral como en sus vínculos con su padre o Manuel. Seguía ocultándose de su padre y no sólo eso, ahora también lo hacía de su novio, como si no fuera bastante tener que mantener una fachada con una persona, ahora eran dos.
Su mente no paraba un segundo, no lograba calmarse y eso provocaba que esté realmente estresado. Venía hace meses así, con un estrés que apenas lo dejaba disfrutar los momentos en familia o con Manuel.
Todavía recuerda cuando pasó toda la noche abrazado al mayor y su pecho estaba lleno de algo, de alguna emoción fuerte que le impedía desconcentrarse de la situación. Ahora era todo lo contrario, no lograba centrarse en los brazos ajenos como aquella vez, sólo pensaba en todo lo que faltaba para estar bien económicamente.
Lo entristecía lo mucho que le importaba ése aspecto de su vida, considerando que tenía a su familia intacta, saludable, cerca, y un novio que lo apoyaba literalmente en todo. Aún así, con todo eso, no había manera de que pudiera disfrutarlo.
Estaba más preocupado por lo que no tenía que por lo que sí. Y esa preocupación era un sentimiento constante, lo último en lo que pensaba al acostarse y lo primero al despertar, incluso recibiendo el mensaje de buenos días de Manuel, no podía dejar de pensar en ello.
Su celular sonó bajo su almohada y con un rápido movimiento lo agarró para sacarle el sonido. Era un mensaje de Manuel, como siempre, con sus buenos días. Le bajó el brillo a la pantalla porque su hermano estaba justo a su lado y contestó vagamente deseándole un buen día al mayor.
Emi se removió para acomodarse casi sobre su pecho mientras abrazaba su torso y él suspiró, aunque aún le quedaban unos buenos 40 minutos antes de tener que salir a trabajar. No debería darle importancia a nada más que a la comodidad de la situación, pero ya estaba pensando en el trabajo, en el trabajo luego del trabajo y en que iba a salir al igual que la noche anterior.
La verdad era que le pesaba la consciencia porque según Manuel, la única persona que lo conocía realmente, había dejado de salir a robar, pero estaba lejos de eso. De hecho, salía más que cualquier otra vez en el pasado. Ya no era la voz de la razón de Facundo, ya no era ninguna voz de la razón, ni siquiera de la suya.
_________________________________________Saludos gnt.