Barbie and Ken | Spartor

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Gonzalo en la hora del recreo fue corriendo hacia las mesas del patio, yendo directamente a la mesa en la que había tomado costumbre comer todos los días junto a su amigo Andrés

Ambos ya tenían doce años, habían crecido como grandes amigos desde que hablaron en el recreo junto a las hormigas, Gonzalo era muy feliz a su lado

–¡Sparta!–Llamo Gonzalo por el apodo que el mismo le había puesto, llegando a la mesa donde se encontraba su amigo comiendo su sándwich tranquilamente

–Buenos días Raptor–Saludo Sparta por el apodo que le había dado. Gonzalo sonrió feliz y se sentó al frente de el abriendo su almuerzo

En segundos dejo de mirar su comida y su mirada se dirigió a Sparta, que comía sin ninguna preocupación su sandwich y paraba de comer para beber su zumo

Se quedó embobado viéndolo, sus ojos eran como chocolates, hermosos y adictivos, sus labios eran suaves y brillantes, su cabello tenía leves y casi invisibles rizos y su piel era blanca

Para raptor, Andrés era hermoso

Y desde hace dos años se sentía extraño, en su estómago sentía cosquillas cuando lo observaba, sus mejillas se pintaban de rojo cuando lo veía reír y cuando tenía oportunidad no dejaba de admirarlo, fijándose en cada detalle de su rostro.
Había leído de aquello en Internet por que lo había buscado pensando que era alguna enfermedad del cuerpo, pero lo que leyó no era una enfermedad, lo que leyó era amor

El sentía amor por Andrés

Y no era amor de amigos, ni de familia, era amor como enamorado y lo sabía. Pero no lo aceptaba, no quería hacerlo

¿Qué pensarían sus padres sobre eso? ¿Qué pensarían de él después de tantas charlas cuando era pequeño sobre "barbie y Ken"? ¿Qué pensarían sus padres cuando sepa que el no quiere una barbie, pero si un Ken?

Tenia miedo, mucho miedo, quería llorar; el no soportaría las miradas de asco de sus padres si llegarán a saber sobre su gusto, sabia que no aguantaría eso e imaginarse la situación le daban ganas de vomitar y llorar

–¿Raptor?–la voz de Sparta lo saco de su burbuja de miedos y preocupaciones–¿todo bien?

Lo miro unos segundos en silencio, antes de sonreír y asentir

–Sip, todo perfecto–Y Gonzalo cambio de tema sobre su comportamiento, hablando de cualquier cosa que se le ocurriera

“No destacaron entre la multitud, pero entre ellos... ellos sabían que eran diferentes, pero ellos lo reprimieron...”

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