Las Sombras Que No Vemos

Capítulo Dos

Marzo 21, 2019...

  Soy yo otra vez, amigo mío, otra vez esta masa de carne casi sin vida te habla y... ¿Te digo algo gracioso? Sé que puede resultarte raro que hable así de mí, de mi cuerpo, mi conciencia, mi propio ser pero es que... No consigo recordarme como era.

  Me resulta gracioso, Diario, porque no creo que exista alguien en este mundo que no se recuerde a sí mismo ¿No?... Excepto los vampiros, pero eso es aparte, esto es un asunto real, un problema que me sucede en este mundo, algo que no trasciende eras ni dimensiones.

  Este “algo” en cuestión, querido, no parece ser visto por los demás seres vivientes de por aquí, ellos no ven lo que yo veo, no sienten lo que yo si u oyen ni lo que escucho ni lo que emano...

  Mi cuerpo y su forma en realidad no es algo de lo que estoy preocupada, porque a pesar de creerme de complexión raquítica, me abruma la fatiga en los días como estos y me sumergo en las tardes lluviosas, el agua repicoteante y resbalosa y el colchón que me seduce aunque sea chato y húmedo aquí.

  Me muero, querido, no de hambre ni de frío, no siento muchas cosas desde hace tiempo ya; me muero porque lo sé, lo presiento, porque huelo más a menudo el olor de las galletas que hacía mi abuela por las tardes como estas, frías y mojadas, calientes y esponjosas, con el sabor dulce del líquido chocolatito en mi boca.

  Me muero porque sé que me muero y punto, porque también es lo que deseo, porque por más que no sienta los huesos de mi cadera destrozarse o dislocarse con el golpeteo insistente y constante, puedo oírlo, lo veo querido, veo todo con mis “grandes y hermosos ojos color miel” como alguien me dijo alguna vez. Y me río, me equivoco, caigo al suelo como si el mismo me jalara hacia él, suena un estruendo y me desplomo y todo me hace repensar y no olvidar lo que una vez fue.

  Lo sé amigo, sé que voy a morir cuanto antes, lo veo en las marcas punzantes y brillantes de las paredes, el suelo y las cortinas distantes; lo percibo como si viera el futuro, como un presagio que está escrito en piedra que va a ocurrir, lo sé, falleceré dentro de poco, tal vez horas... En minutos... O en segundos...