El Incendio

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-Cuenteme más, para usted ¿qué significa esta foto?-Me preguntaba un hombre de mediana edad mientras tomaba apuntes en una pequeña libreta forrada de cuero sintético.

-La de la foto murió hace mucho, ya le he respondido esto, cada sesión que tenemos me pregunta lo mismo.

-Y cada sesión me responde de una manera diferente, y una historia diferente.

-No, no lo creo, ya he dicho todo lo que pasó esa noche. Quité esa fotografía de mi vista, rompala, quemela, haga lo quiera con ella, pero ya no la quiero ver.

-Señorita Darla, usted sabe a la perfección que esta más que involucrada en el asesinato del señor y de la señora Rodríguez, sus padres, y esta fotografía fue días antes de que sucediese. Pero hay algo que no me cuadra, usted me podría explicar ¿por qué en la fotografía aparece usted y... usted abrazando a la nada? Y aún más importante ¿Por qué sigue repitiendo que usted, señorita Darla, ya falleció?- Todo lo que estaba diciendo este hombre me cansaba, cada palabra que salía de su boca ya no podía aguantarlo.

-¿Acaso es que usted no lo entiende? Él... él ya no era él ¡me mintió!- grité inconsistentemente, pero realmente estaba enojada con él- ...me mintió... me dijo que todo estaría bien, me hizo ver como si yo fuese la que dejará la llave del gas abierta, pero claro, ustedes no me creen ¡fue él!.

-¿Quien es ese él, señorita? No podemos  tomar en cuenta sus palabras si no nos dice lo que pasó

-Mi hermano... mi hermano es ese él

-En los registros de la familia Rodríguez no aparece ningún otro miembro.

No entienden, nadie entiende. Esa noche desapareció él entre las llamas y el humo que producía el fuego. Y ahora nadie me quiere creer, estoy delante del abogado que lleva el caso del asesinato de mis padres, ¿por qué no preguntan por él?

-Señorita, dadas las circunstancias tendremos que llevarla a un hospital... psiquiátrico

Ahora me están diciendo que estoy loca, ya ni lo soportaba, no soportaba todo esto, sus palabras, que nadie me crea... pero yo sé lo que vi, mis padres lo escondieron por años. Él era mi hermano, su nombre era Tomás, y digo esto en tiempo pasado porque no sé que le sucedió después del incendio, no sé si este vivo o muerto, cuando los bomberos y policías sacaron los cuerpos de mis papás no encontraron un tercer cuerpo, solamente me encontraron a mi, delante de mi casa, arrodillada, esperando por mis padres, y por mi hermano, que claramente nunca apareció, decidió irse y abandonarme.
Me llevaron a mi, con tan sólo trece años, y aparte de todo esto, ya me están diagnosticando con ¿esquizofrenia? No se si sea esa la palabra correcta para describirlo.

-¿Es cierto que los mató por un berrinche?

-!Claro que no! Son mis papás, y yo nunca haría algo así, yo era la princesa de mi papá, ¡una princesa nunca mataría a su rey! Y aún así aquí estoy, confesando todo, diciendo toda la verdad, ¡no tengo nada que perder!

-Hay una gran probabilidad de que su hermano en realidad... sea un... hermano imaginario. Ya pasó por su época de los amigos imaginarios, quiero creer, pero sus padres seguían alimentando esa imaginación, me comentan que antes usted tenía un amigo imaginario de nombre... ¿Carlos?

-No era imaginario... le puedo asegurar que mi hermano no era imaginación - Realmente yo ya no lo soportaba más, el ver al abogado sentado en su escritorio, preguntándome lo mismo que los demás me han preguntado -Mi hermano me abandonó, ¿Es tan difícil de entender?

El abogado tenía unas tijeras en un bote junto con plumas y otra cosas de papelería, cuando me di cuenta ya las había tomado y encajado en su mano, solamente escuchaba como gritaba del dolor y, obviamente, por ayuda, fue un impulso, la cosa sucedió tan rápido que no me dio tiempo de procesar lo que acababa de hacer.
Después de esa plática y esa gran herida (que si se lo merecía) fui diagnosticada con "problemas de irá" y "transtorno de identidad múltiple" pues según todos yo era mi propio hermano.

En el hospital había más niños, unos más graves que otros, me costó hacer amigos, pero encontré a una niña llamada Sofía, era realmente bonita, tenía el cabello largo y negro, siempre andaba con una trenza de lado, era de piel blanca y, al igual que yo, había quedado huérfana.
Nunca hablaba con los demás niños del hospital, tampoco sabía que le había pasado a su familia.
Cuando jugaba con ella todos nos veían raro, en especial a mi, pero creo que era normal, al final todos estábamos locos en ese lugar.
Un día Sofía tuvo la grandiosa idea de ir a la oficina privada de la directora del psiquiátrico, al entrar todo estaba muy normal, pero hubo algo que me llamó mucho la atención, un espejo, en todo el lugar no había ninguno, ni en los baños, para evitar cualquier tipo de accidente, fue en ese entonces cuando me di cuenta de todo

-Sofía ven, mira, este es un espejo, ¿no es muy bonito? Nos podemos refle... ¿Por qué tú no te ves? - Me alejé lo más que puede de ella - No, no, no, tú... no eres...

-Hasta que por fin te das cuenta tontita- me dijo con un tono dulce mientras sonreía de oreja a oreja

-Entonces...

-Claro, yo también soy tu hermano, y Carlos, tú amigo imaginario de cuando tenías cinco años

-Eso es imposible, yo, yo no estoy loca

-Claro que no tontita, ahora que te has dado cuenta de todo podemos ser amigas para siempre, hasta que te mueras, y si estoy yo no será pronto, entiendes, ¿Verdad?- esas últimas dos palabras... me dieron una gran idea

-Claro que si, ven, veamos que hay en los cajones, quizá tenga algún chocolate la directora- Sí, me dio una idea algo macabra, pero si yo era mi hermano, no iba a ser la primera vez que lo haga, pero esta vez no serán mis padres los que mueran.

Encontré lo que buscaba, una caja de fósforos, en la noche fui a la cocina, la cocina era un lugar prohibido, pero igual había encontrado una copia de las llaves de todos los cuartos del lugar, hice lo mismo que hizo mi hermano, bueno... yo. Gire las llaves de la estufa, deje que se escapara un rato el gas, cuando el cuarto se había impregnado con el olor sabía que era hora, minutos antes de realizar todo me puse a rezar por el Alma de cada uno de los niños y enfermeros que se encontraban en el lugar, también por mis papás. Encendí el cerillo, segundos después todo estaba en llamas.

Creo que me había desmayado, cuando desperté pensé en lograrlo, pero no, no fue así, estaba dentro de una ambulancia, y junto a mí Sofía

—Querida, no debiste hacer eso...— me decía Sofía mientras se transformaba en mi hermano — Te dije que te iba a proteger — yo no podía decir una sola palabra, en eso comenzó a verse como Carlos — Y prometiste que seríamos mejores amigos para siempre...

DARLINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora