I - El Día Gris

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El día en que todo se volvió gris
se borró la sonrisa de aquel
que parecía estar siempre feliz.
Los ángeles ya no hablan más de él,
son ahora los cuervos que murmuran
sobre sus desgracias, sus males, sus penas;
que está más muerto que vivo, susurran...
dejó de correr la sangre por sus venas.

En el pasado irradiaba alegría,
pero todo cambió con el incidente
que sobrevino ese trágico día.
Nada es igual en el lúgubre presente,
pues todo aquello a lo que le temía
se ha apropiado por siempre de su mente.
Las tristezas de las que carecía
lo han tornado por completo diferente.

Vivir o morir, ya no le importa,
clama, mientras deambula sin destino.
El más profundo dolor soporta,
quedan sólo lágrimas en su camino.
No es capaz de expresar cuánto duele
esa opresión que siente en el corazón.
No quiere que nadie lo consuele,
pues sabe que será eterna esta aflicción.

Agobiado por su sufrimiento,
cree haber hallado una solución.
Matará el oscuro sentimiento
que lo ha traído a esta condición.
Se apaga el sol. El cálido viento
vuelto en una gélida brisa.
Exhala, dolido, su último aliento,
y esboza su última sonrisa.

No titubea ni cuando sus amigos
le piden, suplican, en un ruego:
"No lo hagas. Suéltala. Estaremos contigo.
Piénsalo, lo superarás luego".
"¿Pensarlo?", responde, "lo he pensado bien".
Carga el tambor del arma de fuego,
y firme, sin temblar, la apunta a su cien.
"Vida… he perdido ese cruel juego".

La vida da más penas que gozos.
Hoy, en el funeral del desdichado,
todo lo que se oye son sollozos,
en el cementerio en medio del prado.
Una dama envuelta en negro, llora.
Se ha ido para siempre el infeliz.
Los cuervos se preguntan ahora
si tendrá final este día gris.

Entre las redes de un poemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora