Era una vez hace muchos años, un pueblo que estaba a la sombra de las montañas, donde vivían cuatro niños y una niña muy pero muy pobres, que jugaban juntos en los bosques bajo los grandes cedros; Y sus nombres eran: Fernando, William, Henry, Rafael y Ariel. Abajo en el pueblo decían que al final de un camino que subía a las montañas del sur, escondida entre los árboles y la niebla existía una casa que perteneció a los dueños de aquel fresco pueblo en años pasados.
Pues un día que Ariel compraba en el mercado del pueblo con su madre, escuchó que dos ancianos de avanzada edad hablaban de esa misteriosa casa diciendo: "Decían que esa casa estaba embrujada y que dentro de ella había un gran misterio; quedaba subiendo a las montañas del sur, pero nadie pudo encontrarla otra vez..."
Esta conversación inquietó mucho la mente de Ariel, a tal grado que cuando llegó a casa corrió hacia donde sus amigos para contarles todo lo que había escuchado.
Llegó entonces al bosque de cedros, y estando todos ahí reunidos en él les dijo: "Escuché en el pueblo a dos viejos que hablaban de una casa embrujada que estaba en las montañas..."
Al ver Ariel que al decirles esto todos se miraron a los ojos, ella les exclamó: "¡Vamos!" Cuando de entre ellos saltó Rafael, el gordo y le dijo: "¡Estás loca! He oído rumores de esa casa, y dicen que toda esa familia desapareció de repente y nadie volvió a saber nada de ellos. Ni loco pongo un pie en ese lugar."
Terminaba Rafael de decir esto cuando Fernando, el tímido sabelotodo le dijo: "No es buena idea ir ahí, aparte ni sabes dónde está esa casa..." y ella respondió: "¡Claro que lo sé! Esta al final de un camino en las montañas del sur; bueno, eso es lo que dicen" ... "¿Pero a nuestros padres les parecería la idea? si se dieran cuenta nos castigarían de por vida" les dijo Henry, el menor del grupo. Cuando: "Nadie dijo que ellos se enterarían..." Añadió William con tono valiente; "Pero aun así no iré" cerró diciendo.
Al escuchar Ariel la respuesta de los cuatro niños, se enfureció y les dijo: "¿Acaso no son niños? ¡Tienen más miedo que un pavo en navidad!" "¡No es eso!... –Dijo William– Simplemente no queremos ir."
Entonces a Ariel se le ocurrió una forma para hacerlos ir (porque ella quería saber el misterio) y les dijo: "¿Qué acaso... tienen miedo?" "¡NO!... –Exclamó Fernando– ¡Claro que no!".
"Entonces demuéstrenlo estando mañana a las 5:30 de la mañana detrás de la estación del ferrocarril, así iremos a investigar y de paso demuestran su valentía ¡Cobardes!" Les dijo Ariel.
"¡Ahí estaremos los cuatro a las 5:30! Ni más ni menos..." Le respondió William mientras los demás lo veían muy molestos.
"¡Hecho! Mañana a las 5:30 detrás de la estación, y ¡No vayan a huir como pavos!" Les dijo Ariel, mientras corriendo se fue a su casa.
Los demás, enojados con William (Porque los había comprometido) se fueron serios a sus casas y Rafael le dijo mientras caminaba: "Nos debes una grande..."
A la mañana siguiente, Ariel llegó a la estación para esperarlos, donde uno a uno fueron llegando hasta llegar los cuatro, y aun estando oscuro, partieron hacia la montaña cuando salía el primer ferrocarril a la ciudad capital.
Todos iban caminando, Ariel y los cuatro niños, pero nadie decía ni pio por el frio que hacia esa mañana. Atravesaron el pueblo hasta que llegaron al bosque, y adentrándose en el, comenzaron el camino hacia la cima de la montaña.
No habían dado muchos pasos cuando llegaron a un portón tenebroso de metal oxidado, cerrado con cadenas y que tenía una leyenda en la parte superior que decía: "Terra Alta".
ESTÁS LEYENDO
La Casa de las Puertas Secretas
FantasyEl impulso de explorar junto con la imaginación de un niño puede llevarte a vivir grandes aventuras que a veces solamente son posibles en los sueños. Pero, si los buscas con suficiente empeño, pueda ser que los llegues a encontrar y puedas sumergirt...