París, Francia 1973
Marinette
El caos reinaba por todas partes. La monarquía había caído años atrás cuando Marinette aún era muy pequeña como para entender lo que sucedía, no es que ella ahora era muy consiente pero a sus 13 años recién cumplidos ya era una niña grande y entendía poco más la situación de su país.
Ella corría, aún llegaba tarde, tropezaba con la gente en las calles, disturbios en muchos lugares, gritos, suciedad, pero nada de ello la detenía, quizás un poco su miedo a los caballos en las calles. ¿El motivo? Hoy era su cumpleaños y estaba libre de trabajos protocolares para jóvenes damas que en unos años debían buscar un marido, eso significaba que podría ir a visitar a su compañero, ellos al menos una vez a la semana se veían, siempre en el mismo sitio, una azotea de una casa abandona hace algunos años.
Marinette debía admitirlo, las primeras diez veces se asustó mucho con entrar a esa casa, siempre había gatos callejeros, ratas y algunas aves locas que decidían hacer su nido en aquel lugar, a simple vista era un lugar lúgubre. Pero el refugio era perfecto, para ella no existía un lugar mejor escondido en todo mundo, a la vista de todos era casi imposible que alguien los descubriera.
Tratando de no hacer mucho ruido para no llamar la atención de nadie Marinette se trepó a un viejo carruaje abandonado, pisó algunas maderas y saltó el viejo muro que por dentro era casi invisible por culpa de las enredaderas. Entró a la casa por una ventada rota y al salir de ese cuarto aún amueblado y completamente cubierto de polvo se trepó por los escalones rotos de la decrepita escalera roída por la humedad y las termitas. Siguió subiendo por una escalera improvisada que armaron con Adrien a base de un mueble viejo que se encontró en la mitad del pasillo, que improvisar un día en que la madera no soportó el peso de ambos niños y se convirtió en polvo por completo.
Una vez que logró acceder al techo escudriñó con su vista para localizar a esa melena rubia que tanto le gustaba acariciar aunque muchas veces lucía sucio debido a que Adrien trabajaba desde los 7 años en una de las nuevas fabricas de carbón de la capital francesa. Pobrecito, flaco y harapiento como se presentaba la mayor parte de las veces, aún así sus gemas verdes resplandecían con la luz del sol y debajo de toda esa pinta había una sonrisa sin igual y el alma más noble y pura que Marinette había conocido nunca.
Está bien, Marinette estaba un poco enamorada de ese niño tan inocente, pero su familia jamás aprobaría que ella pisara el mismo suelo que alguien tan pobre como Adrien, por eso mismo su amistad era completamente secreta y su lugar de encuentro una casa vieja y mohosa . Cuantas veces alimentar deseado llevar a Adrien a casa, el motivo de todas sus risas yendo a conocer a sus padres, a tomar el té e invitarlo a un baile, aún así intentaba robar todo el alimento posible de las cocinas para poderlo y en el fondo sabía que él nunca comía todo para guardar un poco para sus hermanos a los cuales no conocía, pero eran más pequeños que él.
Su semblante estaba serio hasta que divisó al rubio sentado tarareando en el borde de una gruesa baranda de ladrillos. Sus ojos se cruzaron y una sonrisa transformó sus rostros.
-Hola princesa, feliz cumpleaños.
-Hola mi gatito. Muchas gracias.
-Te traje un pequeño regalo, - dijo el rubio con una pequeña sonrisa -se que no es la gran cosa, pero con las horas de trabajo solo logré obtener esto.
El corazón de la azabache latía tan rápido que temía que su amigo la oyera, de sus manos manchadas y en vuelto en un pedazo de un periódico arrancado, ella logró ver un pequeño regalo no más grande que la palma de su mano. Con sus dedos temblorosos y una sonrisa gigante miró al chico a los ojos y luego volvió a su obsequio. Lentamente desdobló el papel el cual notó que estaba arrugado y sin nada que lo mantuviera unido más que el propio dobles descuidado, esto enterneció aún más el corazón de Marinette.
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¿En la otra vida? (Mariquita Milagrosa)
Romance¿Creer en la reencarnación? Eso es algo que está muy lejos de los pensamientos de Adrien y Marinette (al menos en esta vida), pues claro, cuando existen cientos de cosas más importantes por las que preocuparse esto pasa a ser poco más que una pregun...