Las puertas del cielo

Único capitulo- Historia arreglada.

A veces pensamos que comprando un libro podemos huir de nuestra propia realidad, cegados a través de la paginas, intentamos buscar un consuelo del día a día, pero no se trata de eso. En realidad queremos encontrar un final feliz, aferrándonos a las alegrías de un perfecto cuento de hadas; sin embargo, no nos damos cuenta que esos finales son eternos y lo que buscamos nosotros es... que la historia nunca termine. 

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No recuerdo la hora, ni el día... Pero el momento en que me fui, no se borra de mi  mente hasta el día de hoy. Traté de huir de mis problemas y termine entrando a uno más grande. 

Aquel hombre alto, de mirada firme, sonrisa ladeada y actitud penetrante  era mi padre, hombre serio y testarudo, que no le importó dejar sus huellas en mi cara, cuando  mi llanto desesperado terminó por aceptar que un despacito de cielo, al que yo llamaba error, ya estaba creciendo en mi vientre. 

Fue un viernes por la noche, los gritos ahogados de mi madre y las bofetadas de mi abuela, yacían en mi contra. Tantos gritos, tantas quejas, terminaron por derrumbarme en medio de la calle cuando quise huir del lugar. Lo último que escuché fue el suspiro de mi padre y un susurró de "perdón" que flotaba por mi cabello. Lamentablemente yo ya no estaba ahí.

                                                                                          ***

Tenues rayos entraron por mi ojos y lo primero que vi fue una sábana blanca que cubría mis piernas y parte de mi abdomen. Intenté levantarme ,pero mi cabeza daba pequeños toquesitos de dolor, tenía puesto  una venda que giraba alrededor de mi cabeza. Logré levantarme, encontré mi ropa y camine en dirección a la recepción del hospital, pero no a la única persona que encontré fue a una señora sentada en la entrada del local.

Era una anciana con cabello canoso y pequeña estatura. Llevaba una pequeña bolsa con un tejido  a medio terminar y una mochila algo abultada. 

-¿Señora? -Toqué su hombro con cuidado de no asustarla.

-Hola niña -Volteo a saludarme con un ligero abrazo.

-¿Que fue lo que le paso? ¿Dónde están todos?

-Están de camino al paradero del bus, vamos juntas.

-¿Qué? ¿Hacia dónde? -dije algo alterada.

-Vamos, yo no conozco el camino -Dijo señalando hacia  la carretera.

Mas adelante, habiendo caminado un par de horas, llegamos a un poste en medio de la carretera que tenía una serie de signos extraños. La señora se detuvo y sosteniendo mi brazo dijo:

-Querida, quiero hacerte una pregunta.

-Sí señora, dígame.

-¿Qué piensas de tu padre? -Eso me sorprendió un poco.

-¿Usted lo conoce? -Dije algo molesta, recordando lo vivido.

-Claro que lo conozco. Es un buen hombre, así que dime... ¿Lo perdonaste?

Dudé un poco al responder, pero al final alcancé a decir -Claro que lo hice.

 -Miró a ambos lados con una gran sonrisa dibujada en el rostro -Oh, mira allá viene el bus que te llevará. 

-Muchas gracias por su ayuda.

-Gracias a ti, te ganaste el reino.

A los pocos segundos, un autobús se encontraba con las puertas abiertas esperando que suba. Adentro habían muchas personas , estaban sucios , algunos con heridas y otros con el temor reflejado en el rostro. Quedaba solo un asiento, me acomodé y en la parte superior del autobús  había un televisor que estaba transmitiendo un noticiero matutino, como no entendía exactamente que estaba pasando presté atención ...

*Narrador*

-Se acaba de reportar un accidente en la cuadra cuarenta de la avenida principal , hay muchos heridos y lamentablemente fallecieron quince personas. Aquí los familiares de una de las personas que falleció en ese fatal accidente.

 Cuando vi a mi madre llorando en el televisor sentí que cada parte de mi cuerpo tembló ligeramente. 

Mi mente aún no asimilaba lo que estaba pasando. ¿Dónde estoy? 

Fue lo único que alcance a decir antes de que esa luz llegará a cubrirme por completo...

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