Regresaste...

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Aún recuerdo perfectamente la última noche que pase a su lado, cerraba los ojos y podía sentir su mano sobre mi cuello, sus largos y delgados dedos recorriendo mis labios como si me estuviera callando. Esa fue la última vez que que supe de aquel hombre, solo vi como salió por la puerta diciéndome:

—Nos vemos, Alex.

Con aquella típica sonrisa mientras yo me quedaba en aquella cama, totalmente deteriorado por mi propia  elección; mi cuerpo lleno de marcas, magullado, cansado.

"Nos vemos", aquellas palabras recurrían en mi cabeza constantemente, ¿Qué acaso eso significaba que ibas a ver a la otra persona después? Tal vez era su manera de despedirme esperando que en algún futuro no tan lejano el destino nos volviera a encontrar. Recuerdo haberme quedado ahí, acostado, mirando la puerta y mi celular esperando una señal de vida de él pero estaba muy cansado, mi cuerpo temblaba, todo mi ser estaba débil y recuerdo que antes de quedar dormido susurré:

—Hasta luego, Erick —Dije esperando que mis palabras fueran escuchadas por él, a pesar de estar lejos de aquel cuarto.

Los años pasaron, él no dio más señales de vida ; yo como todo ingenuo creí que algún día cruzaría el umbral de mi habitación y me volviera a tocar como lo hizo en su tiempo, eso jamás ocurrió. A l contrario, el nunca se digno a aparecer o volver a enviarme un mensaje. Las inseguridades azotaban mi cabeza constantemente, mi corazón solo latía por el y mi cuerpo ansiaba su boca, pero como toda cosa, este llego a su fin, acepte que el jamás volvería, acepte ser su juguete que uso para obtener un poco de diversión. Cada noche odiaba mas aquello, odiaba haber tenido sus marcas, haber dejado que sus manos se apoderaran de mi piel, haber dejado que sus "te deseo" me controlaran por completo. No quería sentirme usado, mi yo de aquel momento se arrepentía de cada momento en el que sus labios tuvieron algún contacto con los míos. Ahora todo era diferente, había aprendido a vivir sin sus caricias, aprendí a vivir con un sufrimiento que cada vez se iba mas al fondo de mi alma. Me había empezado a dedicar en otras cosas, mi principal distracción se había vuelto el trabajo, el forzarme a mi mismo a ubicar mi mente en otras cosas y no me permitirme sentir algo, ni siquiera una pizca de felicidad o de tristeza, pero eso resulto hacer  bien, ahora era el jefe de una empresa en ascenso, mi rostro estaba cubierto por una mascara, una mascara que retrataba la perfección, una hermosa sonrisa y una tentadora mirada era lo que decoraba mi máscara que hasta el día de hoy la tenia puesta.

El sonido de la pluma con el papel dominaba la habitación, el suave roce de la tela de mi ropa de vez en cuando interrumpía el perpetuo sonido de la plural, en el exterior los autos se escuchaban, los cláxones desesperados de personas intentando llegar a su trabajo y algún que otro motor descompuesto que se escuchaba a miles de kilómetros de distancia. Alce mi mirada cuando el sonido del tacón de una zapato se acercaba a la puerta, la perilla lentamente giro y una figura masculina apareció, el contraste de la luz con su cuerpo hacia notar cada detalle de este, la camisa ceñida a su cuerpo ayudaba a aquello pues podía notar su musculatura desarrollada, pero no exagerada. deje la pluma en el escritorio y antes de poder decir algo lo escuche.

—¿Me extrañaste, mi pequeña presa?—Dijo con aquel tono tan seductor que siempre lo había caracterizado. Mire su rostro alzando levemente mi mirada hasta sus ojos cafe. Todo mi cuerpo se erizó, era aquel hombre, era el hombre por el que había sufrido muchas noche. en ese momento sentí como algo en mi se rompió, el pequeño hilillo de cordura que quedaba en mi mente termino por romperse al ver a aquel hombre, el hombre que alguna vez fue dueño de mi cuerpo.

¿Qué tenía que decir? ¿A caso tenía que ignorar que todo lo que hicimos aquel verano no ocurrió? Que sus labios jamás se habían apoderado de los míos hasta el punto de pedirle que me maltratara más, ¿ tenia que gritar? no sabia nada, mi mente seguía en blanco hasta que de un momento a otro el ya estaba del lado de mi escritorio, sus dedos se escurrieron como víboras en mi piel, su pulgar se posaba en mis labios acariciando estos con lentitud y con deseo como si quisiera besarlos, sus otros dedos se posaban en mi rostro alzando mi mirada. Un nudo en mi garganta se empezaba a formar. Sus ojos seguían igual que desde la vez que se fue, seguían igual de deslumbrantes y expresaban aquella hambre insaciable por el sexo. Lentamente lleve mi mano a la suya que estaba posada en mi rostro, por un momento sus dedos y los míos se entrelazaron, se pare sus dedos e mi piel.

—Sal de aquí.. por favor— susurre con mi voz quebradiza, las lagrimas en mis ojos empezaban a correr al igual que aquellos recuerdos empezaron a correr en mi mente.

—¿Qué acaso no me recuerdas? Soy...

—¡Que salgas de mi puta oficina!—Grite desesperado. Tome la suficiente fuerza para encararlo y levantarme de mi silla, tuve que alzar un poco mas mi vista pues necesitaba verlo a los ojos y no por amor, si no por la furia que había contenido en mi interior.

El hombre solo se quedó ahí, abrió sus labios como si quisiera decir algo peor se arrepintió y los cerro. Su cara expresaba una evidente preocupación al igual que un arrepentimiento profundo.

—Alexander.. Yo pensé que...

—¿Pensaste qué, idiota?—Grite nuevamente, estaba furioso y triste , tanto que mis ojos empezaron a soltar lágrimas.—¿Pensaste que te ibas a poder presentar a mi oficina así como nada, llamándome por aquel estúpido nombre que usaste para conquistarme? ¿Qué pensaste que iba a ocurrir? No sabes lo mucho que sufrí por ti, no sabes cuántas veces lloré esperando que algún día recibiera una llamada tuya. ¡La última vez que supe de ti fue cuando tuvimos sexo!

—Alexander... Cálmate.—El estiró su mano aunque yo me alejé.

—Erick, yo no supe de ti por cinco malditos años, ni siquiera un mensaje, yo te esperé cada maldita noche de ese año, esperé a que volvieras y volvieras a hacerme feliz, poder estar contigo.

—No fue mi intención hacerlo, solo me... Me puse mal, no sabía que hacer contigo, solo decidí alejarme. 

—¡Que mierda! Maldita sea, Erick, tu me dejaste en una maldita cama, ni siquiera te dignaste a hablarme después, ni siquiera me diste algo aquella noche ¡Me dejaste en una puta cama! ¡Estaba vulnerable y tú te fuiste sin dejar ningún  maldito rastro! ¿Cómo mierda quieres que me sienta? ¿A caso quieres que te felicite por haberme causado un trauma tan grande que tuve que ir al psiquiatra por un tiempo? ¿ quieres que te felicite por haberme dejado en una puta cama sin nada cuando lo que mas necesitaba eras tú?

—Cálmate, hablemos de esto... — sus expresiones ahora expresaban un claro arrepentimiento al ver las lagrimas de desesperación salir de mis cuencas oculares.

—¿Qué mierda quieres hablar?  Me acabas de decir que no sabias que hacer conmigo, yo tampoco sabia que hacer con esto pero, mírame, ahora no estoy feliz, sigo destrozado, mi mundo de volvió una mierda desde que tú te fuiste, me prometí a mi mismo jamás volver a pensar en ti , prometí que no volvería a sentir absolutamente nada ¡ Nada! — Los gritos y sollozos de desesperación dominaban mi boca.— Tus ultimas palabras antes de que te fuera fueron "Nos vemos", ahora odio es frase cada vez que la escucho... Tú no eres consiente de lo que me causaste.

Mis manos refugiaron mi rostro evitando algunas lagrimas derramadas en el piso

—Solo... sal... sal de aquí... sal de mi cabeza... sal de mi vida— Los sollozos me habían ganado y ahora me estaba derrumbando frente al único hombre que tomo mi corazón y lo destrozo con dos simples palabras.

El tacón de su zapato resonó en la habitación hasta que una vez mas se encontraba en el umbral de la puerta y estando ahí, el se detuvo y dijo:

—Solo quería que supieras que estoy de vuelta—Su vox retumbo en la habitación y taladro mi cabeza hasta mas no poder.

Al igual que aquella inolvidable noche, me sentí vulnerable.

OlvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora