—No puedes salvarme.
—Claro que puedo —respondió con su seguridad de siempre. Mientras revisaba medicamentos y preparaba algunas fórmulas adicionales.
***
—Se te acaba el tiempo.
—Tengo más que suficiente —la seguridad aún estaba allí, pero sonaba más suavizada. Había dejado de insistir con los medicamentos y los había reemplazado por un montón de piezas, monitores y un interminable número de cables.
Siempre a su lado.
***
—Ya casi no duermes. Puedo sentir cómo trabajas sin descanso. Por favor, tienes que parar.
—Estoy bien. No te preocupes —su voz segura se desvanecía. A veces perdía el control de lo que hacía. Pero las piezas y cables tomaban forma lentamente.
***
—Ya casi no puedo verte. ¿Sigues allí?
—Siempre.
Un monitor, muchos cables e interminables conexiones se encontraban alrededor de la cama.
***
—¿Qué es esto? se siente frío. ¿Me estas cortando el pelo? ¡Ese pinchazo me dolió!
—Lo siento. Ya casi está listo.
Solo quedaba esperar.
***
—Déjame partir. Ya no puedo verte, tocarte y a duras penas consigo hablarte. Nuestro tiempo pasó.
—No quiero perderte. Tengo miedo.
—Por favor, debes seguir con tu vida. Con tus sueños. Sé que puedes hacerlo.
—Te amo.
—Y yo a ti.
Le inyectó algo en el brazo y la respiración se fue haciendo cada vez más débil. Junto con el último suspiro un monitor al costado de la cama se encendió. El observó esperanzado.
—¿D O N D E E S T O Y? —Apareció en la pantalla.
ESTÁS LEYENDO
Vaivén: Historias cortas, momentos eternos
RandomColección de cuentos cortos basados en historias de muerte, locura y amor.