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Wonderland.


El sol resplandeciente, las flores ligeramente adornadas por gotas de agua, brillaban y caían con elegancia, las mariposas, el pasto y el agua, adornaban el bello campo en el que ya hacia el castaño y su compañera.

_Y tras de una navegación de más de dos meses, por mares desconocidos, en la gloriosa mañana del doce de octubre, descubrió el nuevo mundo, Cristóbal Colón._ Narro la rubia de nombre de Lana.

_Ese acon-_ se interrumpió, un zapato casi había pateado su rostro. _¿Quieres porfavor, prestar atención a tu lección?_ pregunto la rubia, sujetando el talón de el contrario, alzando la mira y asomándose desde su lugar, por la gruesa rama, que ya hacia entre ella y el castaño, esperando una respuesta.

_¿Cuál es el uso de un libro sin dibujos ni conversaciones?_ se cuestiono el muchacho, entretenido en ponerle sus últimos detalles a su corona de margaritas.

_Este es un libro de historia, no necesita dibujos o diálogos, y además, ¿cuántas veces te eh dicho que es de mala dedicación responder con una pregunta a otra pregunta? _

_Que aburrida..._ respondió el castaño en un murmullo casi inaudible. _en mí país, todos los libros tienen dibujos y diálogos._ contesto, dando por echo que su pequeño mundo imaginario era mucho más entretenido que el real.

_Si yo hiciera mí mundo, todo sería un disparate._ habló, colocando la corona de margaritas en la deminuta cabeza de su acompañante, un cerdito, bastante tranquilo y simpático.

El animal sacodío repetidas veces su cabeza para quitar aquel objeto que el castaño, había diseñado.

_Porque todo sería lo que no es._ Luzu, la corona de margaritas callo en la cabeza de la rubia.

_Y entonces al revés, lo que es, no sería y lo que no podría ser, si sería._ hablo con entusiasmo. _¿se entiende?_ pregunto dudoso a su hijo-mascota, por tales barbaridades de ideas que rondaban por su mente compleja.

El animal solo le basto con asentir repetidas veces, y desviar la mirada contento, pero, ¿de verdad lo había entendido?, Al parecer no, porque después de unos segundos volvió hacia el castaño dudoso negando ligeramente, haciendo unos de sus simpáticos gruñidos de cerdo.

_Veras tú._ hablo bajando de la rama de árbol con cuidado de no tirar al animal.

_Tu no dirías 'oink'._ contesto, ya abajo, imitando el típico sonidito de cerdito. _Tu dirías, "sí, niño Borja"._ siguió, haciendo una reverencia.

Se puso de puntillas para alcanzar a el cerdito, cuando al fin lo logro, lo acurrucó entre sus brazos, emprendiendo camino a un pequeño campo de margaritas, para ahí, jugar un poco con Manolo, ese era el nombre del pequeño cerdito, que jugaba a gusto a revolcarse en las suaves floresillas.

Luzu por su parte tarareaba, veía a las mariposas, abejas y pajaritos, revolotear de un lado a otro, se entretuvo tanto en sus pensamientos, que se le perdió la noción del tiempo.

Aburrido, se levantó, y camino hacia un pequeño canal natural en el que corría poca agua, un pajarito se bañaba con rapidez, y saltaba de un lado a otro.

El pequeño cerdito siguió a su dueño, ya a un lado de el, Luzu mojo su dedo y se lo puso en la cabeza la animal en cual se quejó, el contrario solo soltó pequeñas risillas, el animal ya calmado, se hacerco al agua y miro su reflejo con curiosidad.

Unos centímetros algo alejados de ellos salió un conejo de un color grisáceo, de entre los árboles, reflejandose en la cristalina agua, el cerdito se sobresaltó, ya de por sí, para el animal rosita, ya era totalmente sub-realista que un conejo usará traje.

El muchacho ni se inmutó a pesar de ya haber notado al extraordinario animal.

El conejo saco un reloj de bolsillo, era grande y dorado, ¿Como ese relojazo entraba en esos bolsillos tan diminutos?, En fin, miro la hora que marcaba el reloj.

_Dios mío!, Dios mío!, Que tarde es!_ exclamó, al parecer era algo muy importante porque empezó a corretear hacía toda dirección, parecía muy nervioso.

El castaño, apreció con más detalle al conejo, y entendió de que era rarísimo, llevaba traje y un reloj de bolsillo, se levantó rápido y de punta en punta iba saltando en las rocas que estaban enterradas en el canal, para evitar mojarse, porque, todos saben que las calcetas son irritantes cuando estan mojadas.

_Señor conejo!, Señor conejo!, Espere porfavor!_ habló intentando llamar la atención de el animal, quería hacerle unas cuantas preguntas, pero antes debía de detenelo.

_No puedo me voy, me voy!_ siguió el animal, subiéndose a una colina, y haciendo un gesto con la mano, en manera de despedida.

_Ay!_ se quejo, ese conejo si que corría veloz. _Porfavor señor conejo!, espere!_ siguió con esperanzas de que por fin parara su correr.

El animal entro a una madriguera, Luzu sin pensarlo entro a la par del conejo, gateando, o algo por el estilo, su cuerpo no cabía del todo, talvez debía pedirle amablemente a Manolo de que entrara por el, pero no iba a sacrificar a su hijo-mascota por la curiosidad que le comía por dentro.

_Hay que tener mucho cuidado Manolo._ le explicó a su mascota, mientras avanzaba con dificultad, cuanto más seguía, la madrigera se hacia cada vez más estrecha.

_No vaya a ser que caigas en u- Ahhh!._ había resbalado, cayo por un agujero oscuro, que parecía que no tenia fondo. _adiós Manolo, Adiós!_ se despidió, el animal desesperado, intentaba alcanzarle, pero no podía, ya aceptando la realidad, simplemente se despidió agitando su patita.

Luzu caía y caía, esperando lo peor.

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⏰ Última actualización: Mar 16, 2021 ⏰

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