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Los ojos de Kurapika habían fijado la imagen de los restos en llamas y los cuerpos esparcidos sobre el lugar que ahora llama hogar, de hecho, y esos rostros que había reconocido... los gritos. El olor. los rostros de la familia con las que había crecido.

Su pueblo era ahora una casa incendiada, un montón de cenizas y fuego. Su casa.

*

La noche cálida, el cabello rubio y sedoso de kurapika se pegaba a su cuello causándole incomodidad, miró a sus alrededor. Viajando en un viejo tren acojedor con dirección a seguir su propósito, conseguir los ojos de su clan.

Kurapika mira a sus manos, están desidratadas por su falta de cuidado personal y sus uñas estaban bastante largas. Esta agotado por el viaje y los constantes ruidos y movimientos bruscos lo marean, aparta la mirada hacía la ventana del tren... la tenue luz de la luna bañando la pradera con césped largo y el cielo oscuro le dan inquietud, se ve aterrador.

El viaje en tren, una actividad relativamente normal y mundana para este tipo de viajes, era una pesadilla en la mente de Kurapika.

Se vio a sí mismo, mirándose las manos con una expresión triste y desesperada. Vio los rostros de sus compañeros de clan, los mismos que había visto en la aldea. Sonriendo, riendo, jugando. No quemado ni muerto.

El sonido de las ruedas del tren avanzando era casi ensordecedor. Estar atrapado en esta lata, dirigiéndose a un lugar que ni siquiera es el suyo. La sensación era nauseabunda

Bosteza y devuelve su mirada adentro del tren

Iban rumbo a visitar York Shin a recoger un par ojos escarlata que fueron vendidos en una subasta y comprados por su actual jefe, Light Nostrade.

Detiene su mirada en el asiento de enfrente donde están su maleta apoyada, kurapika agarra su celular de su bolsillo y revisa sus chats
•3 llamadas perdidas - Leorio.
•1 llamada perdida- Gon.

Se siente mal ignorar esas llamadas, pero está demás ocupado y el hecho de que si responde una de esas llamadas seguramente sería saludado con gritos de preocupación y ahora mismo eso no es lo que necesita.

Las cosas se habían salido de control con demasiada frecuencia mientras estaba fuera por negocios, y no quería volver a sentir ese tipo de ansiedad.

Su mente daba vueltas y el recuerdo de los restos en llamas todavía jugaba en su mente. Fue abrumador, por decir lo menos.

Se sintió como una puñalada en el pecho. Aun así, tenía una misión. No podía distraerse con sus amigos cuando potencialmente podría estar a punto de recuperar finalmente los ojos de su clan.

Kurapika mira la hora, 04:37, suspira y guarda su teléfono en su bolsillo muy cansado. Apoya su mochila a su costado, se acuesta a intentar dormir... se siente pesado y su cabeza duele de demasiado cansancio y estrés.

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La mañana llega, la pradera que se ve afuera del tren está llena de rocío y hace bastante frío.
La campana del tren suena fuertemente despertando a kurapika de manera repentina, agarra su maleta y espera a que el tren pare en su destino.

Kurapika bosteza, saca su teléfono y mira la hora, 09:15, tan solo durmió 4 horas y unos minutos. Sus manos estan ásperas y temblando.

El tren para, kurapika agarra fuertemente su teléfono, baja del atestado tren, su cuerpo cansado y sus ojos inyectados en sangre. El aire era mucho más frío de lo que esperaba, especialmente por las mañanas. Aún así, no tuvo tiempo de quedarse quieto y, con una maleta pesada en la mano, se dirigió a York Shin. Tiene hambre y todavía está cansado, camina hacia el hotel que reservó semanas atrás y entra a la recepción.
La señora lo mira amablemente, le pide sus datos de reserva y le da sus llaves. Sube a su habitación, deja las cosas en el sofá y se acuesta a tomar una siesta en la cama.

Síndrome De Estocolmo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora