4.

270 16 1
                                        

Todos los demonios se pusieron de pie al escuchar los latidos metálicos que retumbaban en las paredes de obsidiana del Gran Salón. Las velas flotantes parpadearon al compás del silencio, proyectando sombras danzantes que parecían observar, expectantes, la gran puerta de mármol negro.

Un crujido seco rompió el silencio.
Las enormes puertas se abrieron.

Dipper entró.

Su figura, delgada y temblorosa, apareció cubierta por un vestido ceremonial escarlata, tejido con hilos encantados que reflejaban sangre bajo la luz. El encaje oscuro cubría sus brazos hasta las muñecas y una capa translúcida caía sobre su rostro, como un velo de penitencia. Caminaba descalzo, sus pies manchados por la piedra fría del santuario infernal.

—¿Dipper...? —murmuró Hika desde entre la multitud demoníaca.

El silencio fue sustituido por un aplauso ensordecedor.
Palmas huesudas, garras afiladas y alas que golpeaban el aire como tambores de guerra.

Dipper no reaccionó. Caminó con paso firme pero lento, tragando el miedo que le ardía en la garganta. Sus ojos estaban clavados en una figura que lo esperaba en el trono de piedra tallado con símbolos antiguos.

Bill Cipher. Vestido con una túnica ceremonial negra con detalles dorados que serpenteaban como lenguas de fuego. Llevaba guantes de cuero ajustados, y sobre su cuello caía una cadena de obsidiana con el emblema de su poder: el ojo que todo lo ve. Su sonrisa no era cálida. Era posesiva, cruel. Como si ya hubiera ganado.

—Llegas tarde. —Bill sonrió con suficiencia, su voz era un cuchillo envuelto en terciopelo.

—Una larga historia... —susurró Dipper, casi sin aliento.

🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘

Horas antes

—Dipper... es tu turno. —La voz de Wendy le llegó entre susurros y ecos desde lo alto.

Dipper bajó lentamente por el pasadizo secreto, sosteniéndose de una cuerda empapada por la humedad subterránea.

—Vamos, Dipper, salta. ¡Nos van a encontrar!

Él la miró con tristeza, sus dedos temblaban.

—Lo siento... Yo no voy a salir de aquí.

—¿Qué? ¡¿Estás loco?! ¡Estás con el enemigo!

—Lo sé. Pero ahora entiendo algo... no todo es blanco o negro. He visto gestos que no esperaba, incluso de ellos. Pequeños actos... de algo que casi parece afecto.

—¡Eso es manipulación, Dipper! ¡No te confundas!

—Tal vez... pero esta es mi decisión. Lo siento.

Sin esperar respuesta, Dipper echó a correr. Su corazón latía con fuerza. Corría directo hacia su condena. Y mientras se aproximaba al Gran Salón, las trompetas anunciaban el comienzo de la ceremonia.

—Sé que me arrepentiré... pero en el fondo... deseo hacer esto.

Inspiró hondo y entró, fingiendo calma.

🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘🌘

De regreso al presente; Bill le lanzó una mirada afilada.

—Después me contarás todo. Cada detalle. —No era una sugerencia.

—Claro...

Bill se irguió, alzando la copa ritual.

—Sean testigos. Hoy no es solo un ritual, sino una declaración. Dipper Pines, serás el receptáculo de la nueva era, la madre de los herederos que gobernarán este reino. Renunciarás a tu pasado. Y ante los ojos de aquello que tú llamaste "el poderoso"... te unirás a mí. En vida... y en muerte.

Mi Pequeño Gran Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora