É𝒍 𝒚 𝒚𝒐

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Suaves caricias se esparcían por alrededor de mi espalda, sintiendo la suave brisa de la noche estremecer mi piel. El cuarto solitario, solo con nuestros dos cuerpos acostados en la cama. La ventana y las cortinas abiertas. Dejando entrar el frío viento y el resplandor de la luna, la cual nos impedía estar en completa oscuridad.

Mis ojos batallan por mantenerse abiertos, pero el cansancio de mi cuerpo me reclamaba ir al mundo de los sueños. El ligero calor que me entregaba el contacto de tu piel con la mía y el placentero tacto de tus manos sobre todo mi ser. Me hacían sentir como si estuviera volando.
Escondiendo mi rostro entre el espacio de su cuello y hombro. Dejándome embriagar por aquel adicto aroma. Lentamente seguí el recorrido de su largo cuello, hasta llegar a la mandíbula. Repartiendo sutiles besos y mordidas, hasta llegar al borde de tus labios.

Aleje mi rostro, levantándome de mi cómoda posición. Apoye todo mi peso en mis codos, permitiendo tener una mejor vista del bello rostro de mi acompañante. Esos ojos cerrados, la boca semi abierta dejando salir suaves suspiros, ese castaño cabello algo esponjado y desordenado, que cubrían gran parte de su frente y ojos. Corrí algunos mechones para poder apreciar mejor aquel magnífico ser ante mi. Deslizando mis dedos desde su frente, pasando por sus mejillas y finalmente llegando a su labio superior, delineando todo su contorno. Tome su mentón y lo eleve un poco, alzando su mirada en mi.

"¿Cuando me vas a besar?" Su rasposa voz retumbó en mis oídos, soltando un chillido de sorpresa. Mantenía sus ojos cerrados y todo su rostro sereno. Lo único diferente fue aquel fuerte agarre en mis caderas, haciendo presión para atraerme más a el.

"Creí que estabas dormido"  Lleve una de mis manos a su esponjoso cabello, jugando con el.

"Me vas a besar, o no?" Abrió uno de sus ojos esperando mi respuesta. Sentí su mano en mi nuca acercándome a el. Me reí por su desesperación.

Al no recibir respuesta de mi parte, abrió ambos ojos y me miró expectante.

Cuando me miras así ¿Que estás esperando de mi? Cómo no piensas que vuelva a caer ante ti.

Porque me desmoronó ante tu ausencia. Ante la falta de todas esas caricias y besos. Por la falta de aquellas palabras de amor que llenan el profundo vacío de mi corazón.
Mi felicidad depende completamente de ti, de la forma más irracional posible

Porque ambos sabemos que estoy bajo  tu control. Sabes perfectamente que puedes hacer lo que tú quieras conmigo, y yo nunca me resistiré. Ya sé que soy tuyo.

No soy el único que está bajo las redes del otro. Aunque el tiempo pase, los días llegan y se van. Tu sigues esperando en el mismo lugar de siempre, con los brazos abiertos y una sonrisa en tu rostro, reflejando tu felicidad y satisfacción por mi llegada.

Ambos esperábamos de alguna manera que nos quedaramos. Estos sentimientos fluían por ambas partes. Pero como los dos grandes tontos que somos, no sabíamos decir nuestras más profundas emociones.

Sin importa cuántas veces pasará. Yo terminaba arrastrándome hacia ti. Mientras tú esperabas, con tu maldito orgullo en alto a mi regreso.

Cada encuentro era inevitable no querer besarte. Las ganas me mataban por dentro, y tú estabas igual o peor que yo. Al mínimo movimiento con la intención de besarte, avanzabas con pasó seguro y como si alguien te fuera a quitarme de tus brazos, aferrabas tu cuerpo al mío para no escaparnos nunca más.

De nuevo volvíamos a jurar que no habrían más mentiras. Juramos que lo intentaríamos. Estábamos dispuestos a luchar el uno por el otro, porque siempre somos tu y yo. Cada uno envuelto en sus pensamientos. Cada uno en un mundo tan diferente al otro. Tan fuera de sí mismo, tan perdidos en nosotros mismos. Aún así nuestro amor sigue. Continúa así a nuestra forma. Al parecer a ambos nos funciona así, pero nos destruye a la vez.

𝑯𝒊𝒎 𝒂𝒏𝒅 𝑰  ₕₐₒₛₒₒₙDonde viven las historias. Descúbrelo ahora