Primeros Obsesivos

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Sentado al frente, justo en medio donde puede prestar atención, no compartía la banca con nadie. Pues nadie nunca se sienta con él y tampoco lo exigía.

Acabado los ejercicios del profesor se dedicó a dibujar en su cuaderno.

Revisó su estuchera cuando un ojo le salió más grande que el otro, había olvidado su borrador en casa.

—Joven Moisés, ¿necesita algo?

La voz del profesor llamó la atención de todos que permanecían espectantes a lo que el chico deseara.

—No es nada...

Pasado un rato, asegurado que ya todos estaban centrados en lo suyo se dirigió a una banca al azar. No importaba a cual fuese lo conseguiría igual.

—¿Podrías prestarme tu borrador?— pidie al compañero sentado que no dudo en buscar entre sus cosas.

—¡Oh si si claro! —tan pronto lo encontró se lo entregó— No es necesario que me lo devuelvas.

—¡Oh si si claro! —tan pronto lo encontró se lo entregó— No es necesario que me lo devuelvas

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...

El profesor se había intoxicado, clase libre.

Cuando todos sus compañeros salieron dejo el objeto en la banca de su dueño.

Pensó en dónde podría ir. La cafetería no era una opción, siempre come con su hermano y a menos que él estuviese ahí no lo dejarían pagar. No quería comida gratis.

Caminó a la azotea, los cuatro estudiantes ahí se retiraron de inmediato. Sonrió con tristeza, como si fuese una plaga siempre se alejaban.

Observó al edificio más lejano de la universidad. El edificio de artes y filosofía.

Para ese rulado canela estaba prohibido siquiera a acercarse a tal lugar.

"—Lleno de muertos de hambre"

Así es como Ramsés los llama.
Y es que en el edificio de filosofía era el más económico en ese lugar, por lo que los de bajos recursos se dirigían ahí. Además ser aceptado como becado en el edificio tenía una posibilidad de al menos 10 veces más que en otros.

—Vamonos —Escuchó voces estudiantiles a su espalda— Moisés está ocupando la azotea.

—Pero si es de todos ¿Porqué no podemos compartirla?

—No lo molestes y vámonos.

Moisés no tenía ni un solo amigo.

No por que hubiese hecho algo malo, así él pensaba. Moisés provenía de una poderosa dinastía, eso todos lo sabían y aquella familia arrogante se etiquetaba por su fríaldad y el terror.

Pero Moisés era diferente, siempre sonreía y emanaba felicidad, tener cara larga estando junto a él era casi imposible por su personalidad.

Retomando el punto anterior su familia era el problema, la mayoría de las personas que solían acercarse era por interés económico o social y los contados que eran sinceros se alejaron por temor, no por los padres si no por el hermano; un simple desliz, una grotesca actitud o siquiera causar una tristeza a su hermanito era mérito de castigo, sea humillación, bancarrota, destrucción de su reputación, lo que fuese que estuviese implicado con el sufrimiento del acusado estaba bien.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2021 ⏰

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