El Lotto de Perseo

1K 75 3
                                    





Entre las ramas de palma silvestre, tres pares de botas de cuero negro remarcaron sus pisadas entre la húmeda y desastrosa tierra, el lodo se coló entre el azulejo de las rampas. Los demás vigilantes se desplazaron limpiando la suciedad. La playera desgastada se aventó a lo lejos y solo los tibios estragos de la sangre caliente se dispersaron entre la definida piel bronceada del hijo del presidente.

Los vigilantes terminaron de limpiar mirando al pródigo hijo, con las marcas de cicatrices que adornaron su piel, lo tenue que se veía, el deseo entre el iris carcomido por la desastrosa manera de acabar con sus enemigos y lo refrescante que era haberlo hecho de la forma más dulce, como la más retorcida. Jiang Cheng miró a los que aún se acobardaban de acercarse a él.

Su voz sonó encantadora, no obstante, su tono fue tan inverosímil, dejando ver lo poco paciente que estaba, sumamente repleto de sangre ajena, un temple desorbitado en sus cejas fruncidas. Y una leve sonrisa adornando su falacia

Jiang Cheng siguió hasta el fondo de la mansión, los vigilantes se sacudieron en líneas cuando su joven jefe les dio la señal.

"Ataquen" Repitió cuando lo último no fue lo suficiente

Cientos de hombres blandidos en acero negro reluciente, se esparcieron entre los rincones, las afueras y sus patios decorados con esculturas de oro, el jacuzzi burbujeante de agua intensamente roja. Y los invitados de la fiesta tirados como títeres sin vida.

Totalmente un festival de la masacre.

Salvo que Jiang Cheng no se hizo espectar que el gestor de toda esta sádica fiesta saliera a flote frente a sus ojos, cuando cientos de sus hombres aun jugaban con cada persona dejada viva. Su presencia ya de por si era altanera, tenía una simple sonrisa sin emoción alguna, pero era su vivo aire de orgullo y seguridad lo que le molestaba al anfitrión: Un hombre de no menos dos metros de altura, hombros anchos, pálida piel como la luna menguante, una cicatriz visible por debajo de sus clavículas remarcadas, mirada penetrante y una sonrisa igual o más burlona que la de Jiang Cheng

El hombre jugaba con un mechón de su cabello profundamente negruzco, miró a sus alrededores impresionado, con algunas salpicaduras de rojo carmesí adornando sus facciones definidas. Luego se dignó a mirar a Jiang Cheng quien ya lo espera con una agria fracción de pelea contenida, la sangre hirviéndole hasta los cimientos

Sumamente tan intranquilo que la áspera sonrisa se desvaneció cuando cruzó miradas con el otro hombre, Jiang Cheng de tan alta estatura al igual que el anfitrión. Wei Ying, se jactó de lo que encontró

- Increíble - Se rio un poco, traspasando una mano por su rostro, la sonrisa se congelo, pero siguió caminando hasta Wei Ying, él cual, con solo verlo alzó el mentón arqueando una ceja como una ancha espada afilada

Si esto fuera el antepasado, Wei Ying no dudaría en acabar con la estabilidad repleta de auto seguridad que demostraba Jiang Cheng con tanta arrogancia. Si fueran aquellos viejos tiempos, lo tiraría al suelo y le haría rogar por su vida.

Pero Jiang Cheng era más o menos magnificente en estos momentos, ya no blandía una espada como su ancestro, totalmente jurado se revocó con una pistola Bruni Gap 9mm, de tres tonalidades, plateada, morada y algo dorada por el gatillo. Con algunos detalles minuciosos entre el cuerpo de la pistola. Las palabras "YMJ" estaban de un agraciado dorado plateado, con leves motes de hierro dorado intenso por el marco de las letras

Wei Ying era más admirado por ser fiel a su vieja arma, una triste pistola de principiante, con marcas de abolladuras, y tristes palabras borrosas que parecían haber sido las iniciales del nombre de su ancestro plasmadas en el cuerpo metálico.

Bastardos sin GloriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora