III

32 4 0
                                    

Lu ShēnShuò era un maestro de carácter tranquilo que disfrutaba de tocar música y la naturaleza, beber té por la tarde y cultivar bajo la luz de la luna. En su larga vida había acogido muy pocos alumnos directos y actualmente solo cuatro de ellos permanecían a su lado: Yán MǐnZhì, su discípulo mayor, un joven lleno de talento y energía que siempre quería ir más lejos y ser siempre mejor de lo que ya era, había sido desde siempre muy apegado a su maestro y se había convertido en su primero al mando durante las misiones fuera de la secta.

Su segundo discípulo Tán YǔXuān era más tranquilo y tenía una habilidad musical destacable y al igual que su maestro solía tocar para las bestias y animales que vivían dentro de la secta, aunque también tenía una tendencia natural al coqueteo que lo solía meter en problemas.

Luego estaba Xiào ZhìYáo, su tercer discípulo cuya energía rivalizaba con facilidad con la de Yán MǐnZhì, hábil con espada tanto como con los palillos, debía de entrenar el doble que sus hermanos para mantenerse en forma.

Por último estaba Qiú Yīng, su cuarta y única discípula femenina una chica llena de talento pero que solía compararse demasiado con sus shīxiōng, hacendosa y atenta era quien siempre mantenía el fuego encendido y la comida siempre caliente para ellos, el cariño de Lu ShēnShuò por sus cuatro niños era tal que ver que uno de ellos sufría le provocaba gran aflicción en su corazón y esto fue notorio en el momento en que su pequeña discípula lloraba desconsolada en su regazo.

– A-Yīng, ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras así? – Pregunto con suave voz que solo pareció provocar el aumento del llanto de la muchacha en su regazo desconcertándolo aún más. – Si A-Yīng no le cuenta a este maestro que es lo que tiene, este maestro no podrá ayudar a A-Yīng.

Qiú Yīng alzo el rostro lleno de lágrimas y la nariz roja. – Shìzūn está aquí, Shìzūn está bien. – Dijo antes de que los sollozos ahogaran sus palabras y volviera a convertirse en un desastre lloroso confundiendo más al venerable hombre frente a ella. Pero ¿Quién podría culparla? a última vez que había visto a su maestro este la había dejado asegurándole que podría hacer entrar en razón a su shīxiōng, desde entonces no tuvo noticias de este ni siquiera cuando ella misma había ido al palacio en busca de respuestas. No fue hasta años después que supo de su muerte, pero nunca donde fue enterrado, no hubo ceremonia de despedida ni hubo tumba donde llorarlo; el vacío de su perdida había dejado un hueco en su corazón que con el pasar del tiempo no había hecho nada más que crecer volviéndose más grande y oscuro carcomiendo su interior al punto que dejo de sonreír de verdad hasta el día en que decidió acabar con su vida.

- Claro que estoy aquí, ¿en dónde más estaría este maestro? – Lu ShēnShuò comenzó a pasar sus manos por el cabello de Qiú Yīng, sacando pequeños trozos de ramas y hojas que se habían quedado enredado en este, continuo en ello hasta que sus manos tocaron algo pegajoso, al mirar sus dedos noto la sangre y creyó saber que podía estar pasando. – ¿A-Yīng volvió a caer del naranjo? – Qiú Yīng asintió y el maestro asumió aquello como la razón, quizás no lloraba por la caída pero si por la vergüenza de haberse caído cuando ya estaba grande para esas cosas. – Vamos, no hay que llorar por esas cosas, deja que este maestro cure tu cabeza y te de unos dulces de loto que trajeron esta mañana. - Lu ShēnShuò palmeo la espalda de su discípula logrando que esta se separara de su regazo hipeando cual niña pequeña. – También busquemos algo frío para tus ojos. - Qiu Ying solo asintió y se aferró al borde de la manga de su maestro mientras lo seguía al interior de la cabaña, adentro por primera vez desde que abrió los ojos Qiu Ying pudo sentir el peso de la realidad que la estaba rodeando.

Esta Vez, Definitivamente te GolpearéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora