Después de buscarla por muchos años con sus tacones negros, enagua diminuta de cuero, escote que deleita a los dioses, cabello lacio azabache. Con su sensual palidez que cubre su piel, camina hacia mí mesa en este animado bar.
Sus ojos verdes despiden fuego que encienden mis deseos, su sensual voz me asciende a la cima de la perdición:
-Hola... ¿Está ocupado? – dijo al señalar una silla.
Al detenerme en sus sensuales labios no sabía que decir después de tanto tiempo.
¡Claaro!... siéntate.
¿Será posible que no me reconozca? – musité en mi mente.
Recuerdo con nostalgia cuando nuestros reinos eran uno, jugábamos sin perjuicios raciales en aquellos jardines decimados por el tiempo mientras tu madre nos observaba correr y saltar hasta la puesta del sol.
¿Es una noche caliente, ¿verdad? – preguntó mientras escanciaba una cerveza fría que traía en su mano. Sendas gotas de sudor descendían por su cuello.
Por supuesto – respondí al detenerme en aquella blusa que, en complicidad con la evaporación, mostraba dos círculos perfectos.
-¡Sabes, estoy seguro que te conozco! ... dije al cambiar mi mirada hacia sus ojos.
-Si, ¿En serio? ... ni lo dudes. Esa es una frase muy común usada por los hombres – profirió con un gesto de incredulidad.
- ¡Claro! No miento y menos a alguien que conozco desde hace tiempo.
Su mirada dubitativa me penetraba como espinas ensangrentadas.
- ¿No me recuerdas? – Solíamos jugar en el pensil de tu madre cuando los sumerios no habían tallado sus tablillas.
En medio de la música que se escuchaba en la parte trasera, fulgores de luz cubrían con delicados velos nuestros cuerpos. Con sigilo tomé sus manos, sentí aquellas palmas tersas como velo egipcio. Ellas trajeron a mi mente recuerdos cuando éramos jóvenes, aquellas noches cuando compartimos las constelaciones.
En ese momento, su mirada realizó un balance sobre mis ojos.
-¡Creo que puedes tener razón! ... en algún lugar te conozco. No recuerdo ¿Dónde? – profirió ella.
Azuris, ¿No recuerdas porque huiste hacia el oriente? – cuestioné.
Comenzó a apretar mi mano como buscando pistas de su pasado. Su mirada perdida era un tren de pensamiento que se transmutó en un rojo borgoña, sus cejas se oscurecieron aún más.
¡Bravewolf! Ahora puedo recordar todo con claridad ... – dijo mientras el tiempo parecía detenerse para observarnos.
Cerca de sus labios no podía olvidar ese olor casi imperceptible a sangre que colgaba de sus colmillos, sensación a noche eterna.
¿Por qué me abandonaste? – preguntó con desdeño.
Sus sentidos buscaban respuesta después de recordar esa noche cuando los licántropos declararon su enemistad a los vampiros. ¡En ese momento fuimos un amor prohibido!
-No te abandoné amada. Cuando la oscuridad proscribió nuestro amor, mi raza quiso exterminar tu estirpe, es por eso que tuve que emigrar a los bosques nórdicos. Nuestra unión era pecado en aquellos tiempos difíciles. Muchas lunas recorrieron el cielo mientras indagué donde te habías escondido. La fortuna me sonrió esta noche, ahora podemos consumar nuestra unión en este siglo que nos brinda una nueva oportunidad. Se podrá cumplir la profecía que encontré en una tablilla egipcia: "Una noche llegará una unificadora de mundos. Ella unirá su sangre con el de su compañero junto al brillo de la luna llena. Formaran una nueva raza que regirá el destino de la humanidad" – exclamé.
-No tuve opción que soterrar mi presencia en los pueblos de los amonitas, amoritas y moabitas. Ocultarme en las cuevas durante el día para alimentarme durante la noche. ¡Cuánto te he extrañado, amor! – continué con mi relato.
Allevantarnos de la mesa, dejamos dinero sobre esa inconsistente superficie demadera, nos tomamos de las manos, caminamos hacia la salida en busca de unmañana. La luna llena estaba alta en elcielo, era acompañada por estrellas que guiaban nuestros pasos. Comencé a aullar mientras mi cuerpo setransformaba después de tantos años en aquel compañero que recordaba Azuris.Sus colmillos sobresalían preparados para beber sangre nueva que daría paso ala siguiente generación.
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La unificadora de mundos
RomanceBravewolf entra a un bar. En esa noche encuentra a su amada después de miles de años para cumplir la profecía encontrada en tablillas egipcias.