—Voy a salir —avisé mientras "desayunábamos" a las 10 de la noche, ya se nos había hecho esa manía. Me miró un poco preocupada, sabía bien que esa idea no le gustaba para nada.
Los dos estábamos semidesnudos, sentados en la mesa de la cocina, alumbrándonos con la única luz proveniente del farol de la calle. La ventana estaba abierta de par en par, haciendo que la ráfaga del viento frío se colara en nuestro pequeño departamento.
Me dedicó una mirada gélida, advirtiéndome que no lo hiciera.
—No estoy de acuerdo en que salgas en la madrugada sólo para buscar tonta inspiración para escribir —manifestó, molesta—. Te puede pasar algo, entiende.
Jugueteé con la cuchara de mi cereal.
—¿Y crees que yo estoy de acuerdo con que salgas a trabajar de noche? —rebatí—. No me gusta que tengas turnos en la madrugada, también te puede pasar algo.
—Es mi deber salvar vidas, en mi caso es necesario, pero en el tuyo no. —Terminó de comer y se fue a nuestra habitación a vestirse.
Ella trabajaba en un hospital en la sección de urgencias, sus turnos eran casi siempre en las madrugadas. Yo escribía relatos para una página de literatura, y estos a veces eran representados en un grupo de teatro.
Con nuestros sueldos habíamos podido alquilar este pequeño departamento en una calle un poco peligrosa debido a que en este barrio se juntaban varias pandillas a hacer sus típicas cosas ilegales, hasta ahora no hemos tenido ningún problema.
Me levanté y fui directo a la habitación donde ella se encontraba sentada en el borde de la cama, mientras movía repetitivamente su pie derecho en una señal de que estaba ansiosa.
—Me da miedo que llegues a esa sala y yo no pueda hacer nada para salvare —confesó, mirándome con los ojos llorosos.
—No pasará eso, sé que si llegara a estar ahí, tú no me fallarás.
Ella se levantó y se acercó a la ventana a encender un cigarrillo.
—La última vez casi te fallo —dijo con amargura.
Me acerqué a ella, no podía reclamarle, así que la rodeé con mis brazos y pegué la barbilla en su cuello, aspirando su delicioso aroma.
—¿Es necesario que lo hagas? —preguntó, intentando por última vez persuadirme para convérseme de no salir.
—Sí, es necesario. —Le di un casto beso en el cuello.
—¿Aun si reviso tus heridas? —Se volteó con mirada tierna y sonrisa traviesa, palpó un par de cicatrices en mi vientre.
—No tienes tiempo. —Esbocé una sonrisa ladina.
—Exacto, no tengo tiempo, se me hace tarde. —Se separó para cambiarse por el uniforme.
Yo también me dirigí a cambiarme, poniéndome simplemente una camiseta negra, un pantalón de mezclilla, y unos tenis desgastados.
—Vámonos.
Agarré las llaves del Tsuru y ambos salimos.
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Cumbia de Medianoche ©
Mystery / ThrillerUn joven escritor hace un ejercicio de inspiración saliendo a pasear en la madrugada, teniendo varias vivencias interesantes que le ayudan a escribir, y vivir. A la vez que un misterio se desarrolla en el lugar donde vive.