me and my husband

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¿Cuánto hacía desde que sentía esas cosquillas en el estómago?

No lo sabía con certeza, lo que sí sabía era que ya nada era lo mismo. Por supuesto no lo notó al momento, ni al día, ni a la semana, ni al mes. Fue todo un proceso, que no sabe cuando comenzó, pero que había sido suficiente como para darse cuenta de un par de cosas sobre su matrimonio.

La monotonía sin dudar los había consumido por completo. Las interacciones en casa eran las mínimas y necesarias. Había cortas charlas sobre los horarios de ese día, la hora a la que iban a salir y de vez en cuando sobre cómo habían amanecido. Los besos eran dos contados, uno al salir de casa y otro al llegar para irse automáticamente a la cama agotados.

No le echaría todas las culpas a su marido, pues es cierto que él tampoco hizo nada al respecto. Lo dejó ser, no intentaba llevar las interacciones a más, se veía incapaz de mantener una conversación de más de un minuto con su esposo sin caer rendido por el sueño, ser traductor y corrector en una editorial era el trabajo más sacrificado que había hecho en su vida ¿La gente no podía simplemente aprender a escribir? Le facilitarían un par de cosas.

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Finalmente llegó a su casa, las manos le dolían horrores, no sentía la punta de sus dedos y la cabeza le daba vueltas. Pero no se alarmó, hoy quería hacer un esfuerzo, quería volver a hablar con su esposo, tener esas conversaciones hasta las tantas de la madrugada en sus brazos mientras tomaban leche caliente con miel, para según ellos, poder dormirse más rápido, cosa que nunca ocurría.

Gracias al haber adelantado trabajo, pudo salir antes y se esmeró en preparar una de sus comidas favoritas, a ambos les gustaba el tonkatsu, pero debido a su ajetreado tiempo, solían venir cenados a casa o directamente hacían ramen instantáneo y lo tomaban rápido antes de irse a dormir.

Pero él tuvo eso en cuenta, el día siguiente el rubio tenía el día libre, podían darse la libertad de dormir más tarde, aunque no le extrañaría que cuando terminaran de cenar, cayera como un tronco en la cama.

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Ya tenía todo preparado. Había hecho algo de arroz para acompañar a la carne y un poco de sopa de miso para tener algo caliente y ligero antes de dormir.

Al momento de quitarse el delantal escuchó el sonido de la puerta abrirse y caminó hasta la entrada.

- Bienvenido ¿Cómo te encuentras?- Una pequeña risa escapó de sus labios cuando vio la cara del mayor. Tenía el ceño fruncido, con la chaqueta en una mano, su maletín en otra y su traje desarreglado.

Se acercó a él, tomando de entre sus manos el maletín y la chaqueta, dejando de paso un pequeño beso en sus labios.

-Parece ser que no demasiado bien. Pasa y siéntate, he hecho la cena.- Su ceño fruncido se relajó y dejó escapar un bufido, agradeciendo entre dientes. Dejó las cosas en la cama de se habitación y volvió a la mesa.

-¿Qué tal en la oficina? Vienes hecho un desastre. - Tomó los palillos entre sus dedos y comenzó a comer. Por el contrario, el mayor suspiró rendido y repitió su acción llevándose un trozo de cerdo a la boca.

-Pues ocurre que mis compañeros de oficina no tiene una mejor idea que tratar de convencerme de ir a beber con ellos por no se qué de el ascenso de uno de la plantilla. Por eso nada raro, solo les dije que no y quise terminar el trabajo rápido, uno de ellos siendo tan inteligentes de desconectar el ordenador en el que estaba trabajando al sentarse en mi escritorio y perdí todo en lo que llevaba trabajando por dos horas completas.- Antes de que continuara, una carcajada se escuchó y al alzar la vista de su plato, vio al pecoso riendo por lo bajo, cubriendo su boca con una mano. Frunció el ceño, pero solo sirvió para que riera más fuerte todavía.

me and my husband || tsukkiyama Donde viven las historias. Descúbrelo ahora