Boy Of Steel - BNHA

- ORÍGENES 1/4 : Curiosidad -

El atardecer bañaba de colores rojizos y anaranjados los campos repletos de rocío de Kansas. Los maizales formaban gran parte de aquellos campos. Un chico ya adolescente de cabellos azabaches alborotados y ojos azules verdoso, recorría los caminos de tierra con su mano derecha sintiendo el roce de las plantas. Habría cerrado sus párpados, y una pacífica sonrisa se había instalado en sus finos labios, resaltando mucho más aquellas pecas repartidas por sus mejillas.

Respira profundamente, llenando sus pulmones del puro aire del campo. Estaba relajado. Sin embargo, sentiría un repentino frío calarle los huesos y al abrir sus ojos su sonrisa sería reemplazada por un semblante de terror puro. Aquellos preciosos campos de dorado rocío habían sido sustituidos por un paisaje fúnebre y tenebroso. El miedo recorría todo su ser, sus músculos se sentían repentinamente pesados y su cuerpo en general entumecido. No podía moverse. Sentía una clara impotencia al sus extremidades no obedecerle. Así que simplemente estaba ahí, de pie, observando aquel extraño planeta que había soñado tanto explotar y desvanecerse en un haz de luz.

Todo se hace oscuro, no podía ver nada. Poco a poco su inquietud va menguando dando paso a una envidiable paz, sin saber de donde provenía.

Suelta un suspiro, ya que no se había dado cuenta de que había estado reteniendo el aire en sus pulmones, sintiendo una sensación de asfixia. Es en ese preciso instante cuando divisa a lo lejos una potente luz. Tapa sus ojos con su brazo derecho, dado que era tan fuerte que sentía que si se la quedaba mirando se podría quedar ciego. Logró visualizar a duras penas a lo lejos una sombra. No podría reconocerla, la figura estaba de espaldas y hacía contraluz. En todo caso, tampoco le sonaba. Sin embargo, algo dentro de él le decía que aquel sujeto no era peligroso, de hecho transmitía una seguridad y tranquilidad que lo hacía más atrayente. El infante comenzaría a acercarse a aquella figura, a paso lento, una capa proveniente del mismo ondeando aun sin aire dándole más presencia. Extiende su mano, con el objetivo de al menos tocarlo. Abre su boca dispuesto a hablar...

Hasta que despertaría abruptamente en su habitación, con todo a su alrededor algo desordenado y su brazo aún extendido. Como si fuese a tocar el techo. ¿Acaso había vuelto a ser un sueño? Se sentía demasiado real. Todas las emociones que transmitía al menos lo eran. Suspira, ya harto de no poder dormir bien.

— ¡Arriba, hay que despertarse!

— ¡Ah!

Su abuela, Martha Kent, había entrado repentinamente a su habitación con su típica energía de a saber de donde la sacaba, sobresaltando a nuestro protagonista. Como consecuencia, había caído al suelo con un golpe sordo desde la cama. La mujer haría una pequeña mueca divertida, aguantando la carcajada con todas sus fuerzas, viendo a su nieto en tales circunstancias. Suelta un bufido.

— Izuku Midoriya Kent, levántate del suelo o no desayunas lo que he preparado.

— ¡Ahora mismo!

Fugazmente el azabache se levantaría de un salto pasando por un lado de la mujer mayor, así corriendo al piso inferior en busca del desayuno. La adulta niega con la cabeza, algo consternada y divertida por la actitud del adolescente. Sin duda alguna, lo había sacado de su madre biológica, Inko era mucho menos hiperactiva y sin duda impulsiva.

Era verano, así que Izuku lo pasaba con su abuela mientras su madre se había ido de viaje. Por lo tanto, estaba en Estados Unidos. En Kansas más bien. El adolescente de 14 años había tenido que aprender Inglés aparte de su idioma natal que era el Japonés. Como lo llevaba estudiando y practicando desde que era un niño no le resultaba ya tan difícil ir alternando de idioma.

Así pasaría el día lentamente, entre risas y conversaciones, Izuku ayudando a su abuela con los labores de la casa. Ya cara al final del día, cuando el sol estaba bajando, el azabache ayudaría a trasladar unas cajas al granero que servía también como almacén. Izuku había mostrado tener un buen físico, dadas las circunstancias de su estado como "quirkless" debía entrenar arduamente si quería ser un héroe. Claro que por aquella ambición la mayoría de la gente lo despreciaba o se burlaban de él, como queriendo hundirle. Sin embargo, aquella convicción que poseía difícilmente sería burlada. Solo conservaba un amigo, bueno más bien dos. Uno era Damian Wayne, con el que tenía una relación... basada en el amor-odio tirando más hacia lo último. El segundo era Katsuki Bakugō, que a diferencia de cómo era al principio y como lo menospreciaba, habían conseguido volver a tener una amistad más o menos estable. Como la que tenían cuando eran niños. Claro estos dos tenían sus pros y sus contras y a veces solo le provocaban dolor de cabeza. A Damian lo conoció allí, en Kansas, Katsuki era de Japón.

Llega al granero, con una caja bastante pesada, dejándola en el suelo de forma algo brusca. Se limpiaría con el dorso de la mano la frente, queriendo quitarse el calor y el sudor, aunque algo le llamaría la atención. Al dejar caer la caja había sonado a hueco, como si hubiese algo debajo. Podría ser un compartimento de grano, pero sentía algo de curiosidad hacia su recién descubrimiento. Camina un poco por la zona, descubriendo cómo una lona cubría lo que podría ser una trampilla. Al quitar la manta, el polvo le azotaría en la cara provocando que empezase a toser.

Cuando poco a poco se calma, se queda estupefacto. ¿Qué clase de bolsa tan grande de grano habrían metido ahí abajo? Porque la trampilla era enorme, y parecía algo revenida. Da un par de pasos, con cuidado, asomándose entre los huecos de la madera como queriendo ver algo, sin embargo solo alcanzaría a observar una especie de cosa metálica.

Y lo que debía pasar sucedió, la madera no aguanto su peso haciendo que la trampilla se doblase hacia dentro el cayendo al agujero. Cerraría sus párpados, asustado, esperando el golpe que llegó más pronto de lo esperado. Cuando abre lentamente los ojos, se da cuenta de que estaba tumbado sobre algo metálico y redondo, probablemente lo que había visto antes. Al ahora haber más luz, se daría cuenta de que se trataba de una especie de cápsula. Se desliza por la misma, apreciándola con sorpresa y admiración en los ojos. La estructura del aparato le parecía similar a la de una nave, y el tacto era suave.

Con una mano, limpia un poco el cristal cubierto de polvo, logrando visualizar una especie de asiento. Aunque le parecía demasiado pequeño como para estar sentado un adulto, así que deduciría que probablemente ahí había viajado un adolescente o un bebé. La última opción era algo bizarra, pero peores cosas pasaban en la sociedad actual.

— Wow... es realmente impresionante.

No era la cosa más rara que había visto, pero sin duda de las más extrañas y asombrosas. Entonces la duda le azotaría, ¿por qué su abuela tenía algo así? ¿Tendría algo que ver con sus habilidades a pesar de estar diagnosticado como quirkless? ¿Por que a simple vista parecía un huevo?

Decide salir del lugar, trepando por la ovalada cápsula hasta desde ella saltar al borde de la plataforma, donde pisaría suelo firme. Con algo de esfuerzo, volvería a poner las trampillas más o menos donde antes estaban, y las cubriría torpemente con la gran manta. Se encamina afuera del granero, fijando su mirada en el horizonte, en el hermoso paisaje tintado de tonos rosados por el atardecer. Mira entonces al hermoso cielo, ¿qué más secretos debería desvelar a lo largo de su vida? La incertidumbre llenaba la mente del adolescente de 14 años. A pesar de que la verdad a veces podía hacerte sufrir, quedarse con la incógnita no solucionaba nada. La curiosidad le carcomía.

[000]

Se que ahora mismo estaréis bastante confundidos, PERO, no apresuréis las cosas, poco a poco se irán explicando. La paciencia es una virtud mis panas.

Dicho esto, espero que lo hayáis disfrutado, y nos leemos en la próxima. Bai.

— ORÍGENES 2/4 : Latido —